miércoles, 1 de junio de 2016

JUNIO

Esperé a que pasara la lluvia, esperé un buen rato.

Adelanté cosas del chance pero me aburrí de esperar
y lo único que quise fue mojarme con una rola de Beth Gibbons
tronando en los audífonos rojos, esos salvajes concretismos tristes.


Esperé.
Esperé un par de horas y valió la pena.

Pocos carros, poquísimos, obviando en tirarte a la mierda
porque andás en bici y sos un pinche vulnerable.
Pero Thom Yorke fue el exceso, la guinda en el pastel
de todas las ansiedades más tristes y voluminosas y exactas.

The Eraser.
Luego Atoms.
Después el último de Radiohead.


La calle brillaba de sólo cosas lindas.
La noche estaba fresca como para andar diez horas en la bici
sintiendo la brisa, la música, la paz, ese momento ansiado a poca luz.

Todo fue certezas.
Todo fue un dejavú futuro.

Manejar con las manos al viento a media calle y en la ciclovía.
Pedalear insistentemente pa' dejar que junio se asomara con su magia.

Fue luz.
Fue soledad exquisita y tibio fogonazo de verdades a destiempo.


Ya.
Se fue mayo.

En el desapego está el fulgor.
En la bienvenida está el adiós.