*
Soy el peor poeta
de toda mi generación.
También el más influyente.
También el más influyente.
He creado y desintegrado mil universos.
Infiernos malsanos, Babilonias en ruinas.
He sido Big Bang, Jesús, Demonio y Buda.
En toda mi literatura fui un germen irresponsable,
solo estruendo sonoro, aforismo rítmico, tibia maña, burdel iniciático.
Me encendí a la media noche y me desvanecí al amanecer
como un cometa hermoso cuesta abajo
Hoy que casi termina septiembre
pienso que todo es una sorpresa si tienes abiertos los brazos.
Por eso quise celebrar con amigos cercanos pero no llegaron a verme.
Después de unos mordiscos de pastel y morder el polvo
me di cuenta que el odio es trémulo, no hace bien sentirlo en el pecho.
Así que solté, sonreí y bailé Fela Kuti por algunas horas como ejercicio pacificador.
pienso que todo es una sorpresa si tienes abiertos los brazos.
Por eso quise celebrar con amigos cercanos pero no llegaron a verme.
Después de unos mordiscos de pastel y morder el polvo
me di cuenta que el odio es trémulo, no hace bien sentirlo en el pecho.
Así que solté, sonreí y bailé Fela Kuti por algunas horas como ejercicio pacificador.
Ya no quiero pretender más nada.
Quiero escribir para los de adentro, felizmente.
No la fama, no el rocanrol, no la furia, no la vanidad.
Encontré en mi corazón sosiego
y con eso me basta, con eso soy feliz.
Muy feliz.
Muy feliz.
En la esquina de una red social encontré un rayo de sol con manos.
Ya no quiero para mí oscuridades eternas ni arrebatos tristes a deshoras.
Allí quiero descansar del tedio del absurdo, y tal vez,
por qué no, jugar con mis nenes colochos y extranjeros en un jardín.
*
Me aburrí de todo.
Escuché José González, Tame Impala, Joy Division, Pink Floyd.
Escribí doce libros de poemas austeros en un solo año.
Hice las paces con mis demonios y mis fantasmas. Lloré. Solté. Sané.
Y aquí estoy, escuchando de nuevo a JG pero en otra frecuencia.
Empezando una promesa de amor conmigo mismo. Una cosa loca.
Una travesía incierta que sorprende y enmudece.
Una belleza que también tiene histeria y ojos y cadera inolvidable.
Bienvenida sea la luz de la mañana.
Qué bueno que existe para disipar esas oscuridades tristes que asesinan.
*
Conocí a Rubén,
el vocalista de Café Tacvba.
Hablamos por más de una hora de todo:
Música, libros, vida, drogas, plantas sagradas, activismo, etcétera.
En el etcétera está la magia, la bendición, la sorpresa.
En el etcétera entendí que quiero tener un perro que me lama mucho
cada vez que regreso a casa, y que también, por qué no,
la sonrisa tropical de esa mujer dulce que tanto me enamora.
*
No quiero dormir, estoy feliz.
Estrepitosamente feliz y no alcanza el adjetivo.
Quiero sencillamente flotar, estoy flotando.
Siempre he flotado pero nunca consciente. Hoy sí.
Hoy también podría hablar de Proust, Wallace, Miller, Bukowski.
También de Camus, Ginsberg, Pizarnik, Huidobro y Luis de Lión.
Pero tibiamente me engullo en un sépalo de magia
y dejo ir todos los anaqueles de tragedias y vasos rotos y catástrofes.
Quiero ponerme una camiseta o quitármela sin miedos.
Quiero enredarme en las piernas de ese trópico balbuciente.
Quiero todo.
De una vez.
Pa luego es tarde.
*
Celebro las sorpresas,
los pantalones rotos,
las faldas cortas.
Me gusta sentirme vivo
cada vez que ando en bicicleta.
Digamos que como helados
como una forma de ritual exquisito.
Celebro los inicios así como celebro los finales.
Mañana empezaré a buscar editorial
para publicar unos poemas que terminé anoche.
O a lo mejor no los publique
y los incendie una tarde de octubre
como un ritual endémico
que necesita ser contado.
Mientras veo pasar las nubes
sentado en una playa del litoral pacífico a años luz del pasado.
Quiero todo.
De una vez.
Pa luego es tarde.
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Celebro las sorpresas,
los pantalones rotos,
las faldas cortas.
Me gusta sentirme vivo
cada vez que ando en bicicleta.
Digamos que como helados
como una forma de ritual exquisito.
Celebro los inicios así como celebro los finales.
Mañana empezaré a buscar editorial
para publicar unos poemas que terminé anoche.
O a lo mejor no los publique
y los incendie una tarde de octubre
como un ritual endémico
que necesita ser contado.
Mientras veo pasar las nubes
sentado en una playa del litoral pacífico a años luz del pasado.