Abrís la boca
y se te salen duendes
inocentes, nocivos, densos.
Temibles espectros para una noche larga.
Luego al respirar tu aliento
olés euforias, endorfinas y tristezas.
Pliegues rasurados, tristes muelles
que son cajetillas de cigarro vacías.
Y preferís alejarte un poco.
Abrís la boca. Bebés una Cabro.
Te metés el Light a la boca y fumás
como desquiciado.
Fumás.
Fumás.
Fumás mucho y volvés a fumar con ganas.
Seguís fumando hasta que nadie se acerca.
Ya todo es una eterna niebla. Un suspiro.
Bueno.
Dejemos atrás el silogismo y
pongámonos menos intelectuales.
Nada importa. A menos que no sepás
que 808 State y A guy called Gerald
mapearon tus tatuajes y tus ademanes,
niña linda.
Niña buena.
Buena en tus pretenciones
pero muy mala en el fondo.
Mejor pasemos a otro tema
porque el tema es dormir.
Sí, con vos,
pero dormir.
Quiero dormir,
ya la mala fiesta fue suficiente.
Ya no quiero desabrocharte el skinny
ni mucho menos darte orgasmos
con mi lengua tenebrosa y dialéctica
que todo lo quiere habitar, palpar,
humedecer con su lánguida prosa.
Por eso quiero
darte algo más
perdurable y sagrado.
Algo que recordemos
con certeza y sin deseo.
Quiero darte una promesa, un poema, un abrazo.
Ya no quiero que metás tu mano en mi pantalón
ni que soñés con mis versos noctámbulos
de un atardecer en el Lago
o un viaje que nunca haremos juntos.
Querés fiesta, buscá la fiesta.
En mi aparta sólo hay rolas zen
y libros aburridos del pasado: Pessoa.
Hoy estoy cansado
para promesas que diluí hace rato.
Quiero descansar sobre tus tetas y
dormir abrazado a la Vía Láctea de tu cadera
tatuada con cosas que no sé ni me interesan.
Quiero
dormir y abrazarte y apretar todos tus pearcings
al epicentro de mis ansiedades, mis desencantos.
Quiero rozar tu piel y sentir que toco el universo.
Vos lo tocarás conmigo en silencio. Sin tocarnos
más que en un abrazo pleno bajo mi edredón rojo.
Mañana te llamará tu mamá
y preguntará dónde andás,
pero no importa.
Lo que importa
es que hoy nos
desnudaremos
en silencio
y aunque
el deseo
sea eso
rico,
no haremos nada.
Sólo nos abrazaremos
como dos viejos lobos
cansados pero enamorados.
Enamorados de su quietud
que es sinfonía de Brahms
y otro montón de cosas que no conocés.
Aunque estoy seguro,
que mañana,
cuando abrás los ojos:
nos morderemos los labios
y nos lameremos las heridas
salvajemente.
Todos los vicios
y las migrañas que no nos dimos anoche
serán algo que recordaremos en meses.
Vas a ver que sí.
Cuando alguien diga New Order
vos pensarás en mis colochos
y un recuerdo se mojará
en tu calzoncito verde pardo.