«Uno sólo conserva lo que no amarra».
Jorge Drexler
Anoche perdí un casco rojo.
El casco que uso cuando voy en bici. ¡Mierda!
Escribo en presente porque aún siento el apego
en su forma, su provocación y todo su contexto.
Después de extrañarlo un rato
lo olvidé al pensar en lo perdido.
Pero
sentí rabia.
Sentí culpa.
Sentí que uno arrastra miedos
a ritmo y cuentagotas eternas.
No perdí. Gané.
Otra vez, hace mucho,
perdí una patria como
aquel poema de Bolaño.
Perder es ganar. Da lo mismo.
Pero el casco.
Oh, el casco rojo.
Siento que gané más de lo que perdí.
Gané haber perdido el casco
que muchas veces me hubiera
provocado ansiedades y maldades.
Gané estar vivo y agradecido.
Agradecido con el cosmos
y agradecido con la vida
que es un eterno poema
que todo lo inunda.
Porque sí.
Porque
muchas veces perder
significa ganarlo todo
sin saber qué es lo que
exactamente se pierde
y se gana en un segundo.