Hablar de mis libros me encanta. Es como hablar de otra literatura abstrayéndome de mi literatura. Es ver, en segunda y tercera persona, mis propios bocetos y mapas literarios. Es como descifrar un enigma que conozco de memoria, que de alguna manera me tiene ocupado y preocupado por su disolución atemporal. Si, a pesar de lo complicado que pueda resultar ser Pablo Bromo, soy una persona muy natural y muy realista. Me gusta hablar de lo que hago. Me gusta compartir lo que amo hacer. Y eso, considero, es algo muy humano. Por el contrario, no soy como los que dicen "me resulta un poco incómodo hablar de mi obra... de ella que hablen otros, yo no tengo tiempo de esas pendejadas." A mi no. A mi me encanta contar detalles de por qué, cómo, cuándo, en qué momento escribí un libro. Me gusta hablar del proceso de cómo sucedió para que escribiera esto o aquello. Me da buen feelin' mostrar los pasajes del libro que son cómo callejones del corazón mismo de la palabra. Contar por ejemplo:
Ese día, el día que empecé a escribir el libro, me sentía muy cansado. Puede ser porque tenía una gran resaca y unas ganas terribles de comer Pollo Campero o tacos al pastor, quiero decir proteína con mucha grasa. Es probable, también, que haya sido por la mala costumbre de leer correos y revisar el Facebook antes de empezar a trabajar en lo que el día supone. Anyway, empecé a escribir las primeras páginas y terminé borrándolas después de varios minutos de escritura. La mayoría de las veces, borrar páginas o quitar excesos es justamente: escribir un libro. Eso me recuerda a Andrés Caicedo y de alguna extraña manera, a Franz Kafka.
De ese proceso maratónico, que significa escribir un libro, es necesario mencionar que el encierro silencioso es un argumento imprescindible, eso si. Por otra parte, es notable contar que en los momentos de "receso", la música es un elemento vital que todo el tiempo me acompaña. Chopin, Bach, Wagner, Brahms, Stan Getz, Miles Davis, John Coltrane, John Patitucci, Erik Truffaz, Chet Baker, Roberto Negro Trio, Bauhaus, Joy Division, Muse, Porcupine Tree, The Mars Volta, Pink Floyd, Radiohead, Radiohead, Radiohead, son algunos de mis predilectos a la hora de un receso. Como muchos saben, mi libro Arbitraria Muchedumbre (AM), es un libro que está rodeado e inspirado por música. Al final del libro coloqué un soundtrack. Así, de alguna manera, podremos situar al libro como un objeto circunstancial que evoca otras dimensiones además de sólo literatura. En mi libro ALICIA, también lo hago, pero de otra manera: el libro tiene 5 epígrafes, de las cuales 3 son musicales (Charly García, Ian Curtis y León Larregui). Así, sin quererlo, estoy imprimiendo un precedente musical antes de cualquier semántica posible.
En mi próximo libro, A DOS PASOS, abordo el tema de la facilidad lírica funesteriana, en un pequeño homenaje a Jorge Luis Borges, mencionando a Adrián Dárgelos de Babasónicos y Alex Turner de Arctic Monkeys. Y también, vuelvo a reincidir en la "otretad musical", citando a muchísimos referentes musicales dentro del libro; que sin querer, fue adquiriendo muchísimo ritmo a pesar de ser narrativa. Pero es que es inevitable, cualquier cosa que escriba me va a salir muy musical. Creo que en una vida pasada fui músico. O quizás, soy músico frustrado en esta, jeje. Lo que sí es inevitable, es que el libro -entre su dimensión narrativa sutil-autobiográfica y su poesía incrustrada a manera de interlocutor austero- es una pieza cargada de música y ritmo.
Para ello, tengo una presentación muy musical este Martes 31 de Agosto a las 18:30 horas en SOPHOS Fontabella, junto a dos invitados sorpresa con los que estaré conversando de música y otros tópicos, que de alguna extraña y obvia manera, se pueden vincular con los rincones íntimos de mi nuevo libro, del cual les comparto un fragmento:
"El asunto de los dos pasos nunca lo termino de entender, pero es que hay cosas que no deberían de entenderse. Las palabras, muchas veces son, malditos tropiezos y mal intencionadas zancadillas que contaminan los actos con voces innecesarias. Entender significa: regocijarse en el manto solemne de la razón. Por un momento deberíamos de celebrar la precariedad de la insensatez, el arrebato de la estupidez, el desenfreno de la espontaneidad. Los dos pasos son un ejemplo disparatado de posibilidades truncadas por lo circunstancial. Aquel año, sexto primaria, recuerdo estar tumbado, inconsciente, como un difunto que mira a su alrededor y sólo ve sombras, agujas, paredes, ventanas y edificios anestesiados por el pasmo albino de la muerte.
Ese día, el día que empecé a escribir el libro, me sentía muy cansado. Puede ser porque tenía una gran resaca y unas ganas terribles de comer Pollo Campero o tacos al pastor, quiero decir proteína con mucha grasa. Es probable, también, que haya sido por la mala costumbre de leer correos y revisar el Facebook antes de empezar a trabajar en lo que el día supone. Anyway, empecé a escribir las primeras páginas y terminé borrándolas después de varios minutos de escritura. La mayoría de las veces, borrar páginas o quitar excesos es justamente: escribir un libro. Eso me recuerda a Andrés Caicedo y de alguna extraña manera, a Franz Kafka.
De ese proceso maratónico, que significa escribir un libro, es necesario mencionar que el encierro silencioso es un argumento imprescindible, eso si. Por otra parte, es notable contar que en los momentos de "receso", la música es un elemento vital que todo el tiempo me acompaña. Chopin, Bach, Wagner, Brahms, Stan Getz, Miles Davis, John Coltrane, John Patitucci, Erik Truffaz, Chet Baker, Roberto Negro Trio, Bauhaus, Joy Division, Muse, Porcupine Tree, The Mars Volta, Pink Floyd, Radiohead, Radiohead, Radiohead, son algunos de mis predilectos a la hora de un receso. Como muchos saben, mi libro Arbitraria Muchedumbre (AM), es un libro que está rodeado e inspirado por música. Al final del libro coloqué un soundtrack. Así, de alguna manera, podremos situar al libro como un objeto circunstancial que evoca otras dimensiones además de sólo literatura. En mi libro ALICIA, también lo hago, pero de otra manera: el libro tiene 5 epígrafes, de las cuales 3 son musicales (Charly García, Ian Curtis y León Larregui). Así, sin quererlo, estoy imprimiendo un precedente musical antes de cualquier semántica posible.
En mi próximo libro, A DOS PASOS, abordo el tema de la facilidad lírica funesteriana, en un pequeño homenaje a Jorge Luis Borges, mencionando a Adrián Dárgelos de Babasónicos y Alex Turner de Arctic Monkeys. Y también, vuelvo a reincidir en la "otretad musical", citando a muchísimos referentes musicales dentro del libro; que sin querer, fue adquiriendo muchísimo ritmo a pesar de ser narrativa. Pero es que es inevitable, cualquier cosa que escriba me va a salir muy musical. Creo que en una vida pasada fui músico. O quizás, soy músico frustrado en esta, jeje. Lo que sí es inevitable, es que el libro -entre su dimensión narrativa sutil-autobiográfica y su poesía incrustrada a manera de interlocutor austero- es una pieza cargada de música y ritmo.
Para ello, tengo una presentación muy musical este Martes 31 de Agosto a las 18:30 horas en SOPHOS Fontabella, junto a dos invitados sorpresa con los que estaré conversando de música y otros tópicos, que de alguna extraña y obvia manera, se pueden vincular con los rincones íntimos de mi nuevo libro, del cual les comparto un fragmento:
"El asunto de los dos pasos nunca lo termino de entender, pero es que hay cosas que no deberían de entenderse. Las palabras, muchas veces son, malditos tropiezos y mal intencionadas zancadillas que contaminan los actos con voces innecesarias. Entender significa: regocijarse en el manto solemne de la razón. Por un momento deberíamos de celebrar la precariedad de la insensatez, el arrebato de la estupidez, el desenfreno de la espontaneidad. Los dos pasos son un ejemplo disparatado de posibilidades truncadas por lo circunstancial. Aquel año, sexto primaria, recuerdo estar tumbado, inconsciente, como un difunto que mira a su alrededor y sólo ve sombras, agujas, paredes, ventanas y edificios anestesiados por el pasmo albino de la muerte.
La muerte no es negra,
como se cree, la muerte es blanca.
Muy parecida al color pálido
de las cubrecamas en los hoteles
bajo los efectos de la piel, el ruido y el cloro.
como se cree, la muerte es blanca.
Muy parecida al color pálido
de las cubrecamas en los hoteles
bajo los efectos de la piel, el ruido y el cloro.
El hospital, recuerdo, padecía del frío inevitable que colinda con la morgue. Las enfermeras corrían junto a los doctores, como en una caravana litúrgica en la que pretendían iniciarme en el rito sinuoso de la muerte. La sonrisa de mi madre, había desaparecido por completo y, durante el trance, me acompañó todo el tiempo sin pronunciar una sola palabra. Hay veces que el lenguaje, es una obligación hosca y burda que pronunciamos todo el tiempo como idiotas. El silencio, por lo contrario, es una enseñanza que deberían de inculcarnos a pequeños y grandes con más esmero.
Ese día, el golpe en mi cabeza fue involuntario, pero dejó una marca voraz en mi vida que no pretendo descartar como lo hice por muchos años sin pensarlo. Años después lo acepté, en un viaje introspectivo al Lago de Atitlán, rodeado de tambores, tufos de marihuana y gringas locas bailando Bob Marley.
El golpe del que les hablo, me permitió reinventarme ésa vez luego de las tomografías.
De eso hace más de 15 años y todavía sigo estando a dos pasos. A dos pasos de lo que pude ser y nunca he sido. Esos dos pasos se abren hacia dimensiones indescifrables. Esos dos pasos son, los dos pasos que nunca di y nunca daré para ser lo que en esta vida he sido.".
Página 18, A DOS PASOS (Vueltegato Editores, 2010)
Ese día, el golpe en mi cabeza fue involuntario, pero dejó una marca voraz en mi vida que no pretendo descartar como lo hice por muchos años sin pensarlo. Años después lo acepté, en un viaje introspectivo al Lago de Atitlán, rodeado de tambores, tufos de marihuana y gringas locas bailando Bob Marley.
El golpe del que les hablo, me permitió reinventarme ésa vez luego de las tomografías.
De eso hace más de 15 años y todavía sigo estando a dos pasos. A dos pasos de lo que pude ser y nunca he sido. Esos dos pasos se abren hacia dimensiones indescifrables. Esos dos pasos son, los dos pasos que nunca di y nunca daré para ser lo que en esta vida he sido.".
Página 18, A DOS PASOS (Vueltegato Editores, 2010)