Entre anotaciones periódicas de proyectos sin fin y limonadas cuasi veraniegas con cierto espesor neotropical. Entre planes exquisitos para ver Eclipses de Luna el fin de semana próximo; situado en medio de un mestizaje de sonámbulos y sonámbulas de la hora feliz, mucha sandalia y tatuajes ventilándose la tinta fiesta. Entre magníficos sonidos lunáticos de Gotan Project e invitaciones para publicar poesía en revistas mexicanas. Entre libros de Kundera, investigaciones a lo Bolaño y una nota ciega que dice: 'me la pasé super bien, espero tu llamada... xxx'.
Entre poemitas teloneros y la necia manía de incendiar los lunes con esa maña de pirómano sin rito ni rutina. Entre layers fotoacadémicos y el giga de RAM de mi computador que sirve solamente para una cosa. Entre contratos a dos años y una variante de color en el diseño de la próxima camiseta. Entre desvío de llamadas y mensajes con aire de urgencia. Entre largas colas de banco y una que otra mirada (o recuerdo) de una mina racional-intrigante que ya no me dirige la más mínima palabra. Entre soledades en desuso, ejercicios de nicotina vespertina y programaciones con Goddard justo en el centro del tablero de los dardos taiwaneses. Entre cancioncitas nada ociosas (o amargas) para manejar responsablemente entre el tráfico de las casi en punto. Entre sílabas publicitarias y 'China, cebame un mate'; los lunes sí son perfectos para asesinar por dinero y subrayar los periódicos (cómo bien dice un amigo).
Pero sobre todo, los lunes son perfectos para enamorarse de la criada que cuida la entrada de la Puerta Universal de la Historia. Y sobre todo, para intentar que ella se enamore en silencio (o en el baño). Y también, ¿por qué no?, para borrar algunos números telefónicos de la agenda.
Entre poemitas teloneros y la necia manía de incendiar los lunes con esa maña de pirómano sin rito ni rutina. Entre layers fotoacadémicos y el giga de RAM de mi computador que sirve solamente para una cosa. Entre contratos a dos años y una variante de color en el diseño de la próxima camiseta. Entre desvío de llamadas y mensajes con aire de urgencia. Entre largas colas de banco y una que otra mirada (o recuerdo) de una mina racional-intrigante que ya no me dirige la más mínima palabra. Entre soledades en desuso, ejercicios de nicotina vespertina y programaciones con Goddard justo en el centro del tablero de los dardos taiwaneses. Entre cancioncitas nada ociosas (o amargas) para manejar responsablemente entre el tráfico de las casi en punto. Entre sílabas publicitarias y 'China, cebame un mate'; los lunes sí son perfectos para asesinar por dinero y subrayar los periódicos (cómo bien dice un amigo).
Pero sobre todo, los lunes son perfectos para enamorarse de la criada que cuida la entrada de la Puerta Universal de la Historia. Y sobre todo, para intentar que ella se enamore en silencio (o en el baño). Y también, ¿por qué no?, para borrar algunos números telefónicos de la agenda.