Una tibia corazonada me hizo tomar un atajo directo a tu corazón. Un primaveral flashazo nos hizo coincidir entre los almacenes de la desdicha, y sin desearlo realmente; nos fuimos adentrando entre la cafeína de los Miller y las Nin y los Manegat y las luces empezaron a apagarse y Paff! no Piaf. Así, poco a poco, nos fuimos olvidando de los rituales de la duda, la sangre y la sospecha. Por las noches, me fui enredando en tu silencio y llegué a conocer, los vestigios de mi más pulcra soledad. Por las mañanas, cuando despertabas colmada de engaño y distancia, yo me disparaba un emotional roundtrip que me llevara en paquetes turísticos al centro de tu real interior. Pero a veces, muchas veces, sólo encontraba vacío y hielo. Pura premonición. Y cuando nos sobraba el tiempo; juntábamos las manos en silencio para intercambiar medallas ambiciones y trofeítos banalidades. Ahora solamente veo cómo los astros lloran de rosa-fatalidad y las banderas nos delatan nuestros mundanos universos. Así, poco a poco, nos vamos haciendo los extraños con el pasar del veneno en la garganta de los años. Y tu me miras desde lejos, gigante. Y yo te miro desde lejos, gigantísimo. Reales adversarios triturándose los fríos gestos. Reales amantes explorando sus excesos. Full bufanda power, baby. Full pronosticación inevitable sin horóscopos de por medio. Full premonición de extenuantes silencios ateos. Full catedral sin conversación. Ring bells.