jueves, 19 de octubre de 2006

II (oblivisci)

Y cuando su esperanza estaba a punto de agotarse, recordaba las dos o tres frases claves del encuentro: "Pienso que no debería verte nunca. Pero te veré porque te necesito." (Sobre Héroes y Tumbas, Ernesto Sábato)




Soy un presagio inválido e irremediable
en medio de este nuestro silencio mortuorio.
Soy una duda vasta y esperanzada;
con look de campaña institucional, cansada e involuntaria.

Parezco una cancioncita de moda, o cuna,
para estruendísimas noches de Santa Noche Buena.
Camino por las incestuosas avenidas del exceso,
sintiendo el frío contrabando
de tus lejanos recuerdos inconclusos.
Parezco un pergarmino histórico y gastado,
en medio de esta tibia soledad de canasta básica.

Una molécula de tí
lograr llegar a mí;
mientras cruzamos ambos, dislocados y ausentes,
ese borracho eslabón que lleva impreso nuestros nombres.

Un último botón de tu pulóver logro recordar, hipnóticamente;
mientras mastico este casero e insólito remedio
contra los incendios pirómanos del alma.
Nada es tan incierto,
cómo tu voz gastándose en mi almohada.
Nada es reconciliable;
somos dos píxeles hundidos en la frondosa textura del olvido.