lunes, 12 de octubre de 2015
1492 o un atardecer de octubre me estalló como lisérgico en la memoria (inconcluso)
Creo en lo que soy
y a veces lo olvido
Creo en la fuerza de mi raza
y muchas veces la subestimo
Creo en la magia de las estrellas
Creo en el poder del fuego
Creo en la matemática de las miradas
Creo en el abismo del inframundo
Creo en la serenidad de los árboles
Creo en el fulgor de la añoranza
Creo en el verdor de lo infinito
Nada que diga
podrá ser dicho de otra manera
porque no tengo otro lenguaje
con el que pueda decir
"hola"
"adiós"
"gracias"
si no es con este
que llevo encima
que me entibia los fonemas
y me resguarda de otras fuerzas
más poderosas que yo
como el mar
como la noche
como la eterna noche dulce
en la que la vida se duerme
a soñar otros puertos
con otros barcos
pesqueros
que alguna vez
llegarán a una costa
donde la certeza
es una promesa
y tú y yo
hayamos
desaparecido
por completo
como fumarolas tenues
de una ciudad
equidistante
que no se sueña
que no se vierte
en arrumacos
de dulzura
de improvisar
caminos
y progresos
para una
vida digna
Eso creo
Por eso
escribo con las manos
tupidas hinchadas explosivas
como quien tiene mil historias
que contar
que matar
que intercambiar
a contrapeso
a contraolvido
Eso creo
Pero lo que yo creo no importa
Importa el sol
Importa el espacio que habitas
Importa la cama donde duermes
Importan las nubes que nos ven
pasar
vagar
soñar
para tomarles fotos
y compartirlas en redes
que desde hace más de quinientos años
estaban enredándose en fantasmagorías
Sin que tú ni yo
Nos diéramos
Cuenta.