a cristina rodríguez y luis chaves
todas las ciudades
están cubiertas por una densa niebla
san josé no es la excepción
esta tarde
vi llover delirios
en cada rito que invoqué
está bien
es comprensible
dormir atados a la rabia es algo cotidiano
en el trópico sucede todo tipo de desastre
una roca vuela enajenada
un nido de aves se pudre en la indiferencia
nada es como antes
envejecer es acumular distancias
y enroscar la mirada en ciertas costumbres
salir a la calle es deliberar
contra el absurdo
de tener un trabajo estable
y verle crecer pelos a tu espalda
o canas tristes a tu barba amniótica
converso con un nica
puede ser un yugo o un jalvadoreño
un vietnamita
un solitario
se arrincona
con los puños en alto
para contarme su vida
me da un sobresalto en la boca del estómago
no sé por qué
siempre me pasan este tipo de cosas
el sufrimiento se extiende
como una lengua peninsular
a lo largo de todo el continente
tampoco es que él apriete el esfinter
y el sistema le duela por donde más duele
todos apretamos los puños
también bajamos la guardia
también bajamos las bragas
de mujeres hermosas que se rebajan los años
al ritmo de una canción de los noventa
que ahora parece himno de madrugada
baja la niebla junto a las horas
y un árbol se desploma
desde lo profundo de la selva
parece que esta autopista
que cruzo entre montañas
me llevará a una guarida
de osos y tinieblas
no quiero sentarme en el pasillo
siempre me ha gustado ver
a través de las ventanas
lo que voy dejando atrás
con el pasar del confort y la lectura
la noche crece con su niebla
la noche es una estalactita triste
mineralizada por las estrellas
y los vinos
y las ansias
nada me parece imposible
después de haber cruzado el golfo de nicoya
después de haber surcado un mapa en jacó
desde el futuro
tengo un testamento errante
y un abecedario negro
como el caucho
elástico
efervescente
con el que me aferro a esta pantalla bipolar
donde rechinar verbos y sustancias
es como surfear entre recuerdos
todo me resulta familiar y tan ajeno
en este territorio de birras y trapiches
donde todas las ciudades
siempre están cubiertas
por una espesa niebla de ignorancia
por una sombra nefasta de academias torpes
que también son golondrinas
y también son códices sísmicos
cuando dos sexos se arrinconan
todas las ciudades son un deterioro constante
una madrugada cualquiera
mi cuerpo se desmorona como azulejo roto
y entre tanta pesadumbre
siempre encontraré ternura
la respiro en san francisco
la recorro en los cimientos
de estas libreras meticulosas
que me dan cobijo
mientras afuera llueve
y las ciudades se vienen abajo
con el pasar de los malos tiempos
y los malos gobiernos
no importa la memoria
no importa la nostalgia
de tener monedas de otros países
junto a la repisa de libros firmados
hoy quiero dar un abrazo
sin pretensión ni fórmulas exactas
hoy quiero dar un buen beso
después de pensar que hice fila
en un edificio público
y quería fumar
y salir huyendo
a hundirme entre sábanas de colillas
y torres con latas de cerveza extranjera
hoy quiero dar un abrazo
o sentirme como en casa
que es lo mismo pero en distinto acento
el humo ciertas veces es un escombro
la vida ha sido una ecuestre cabalgata
por los desfiladeros de la memoria
como tú bien lo describes
luis
la palabra es un arma y es mordaza
a la que se le pierde el filo fácilmente
eso lo digo yo
porque no soy bueno citando autores
yo sólo quisiera decirlo todo con tan poca
saliva que me sobra
yo quisiera decirlo
como tú lo haces
con tus libros y tus cañones silenciosos
quisiera no abrir la boca
ni tampoco abrir la billetera
quisiera no abrir esas puertas
que siempre nos conducen al vacío
tercamente
a través de las canciones y los vicios
que anhelamos e inhalamos
como caramelos nocturnos
esta mañana una caracola
me despertó del sueño
y playa santa teresa fue sólo una fotografía vieja
que dejé olvidada entre papeleos y salivas extranjeras
me puse triste
sentí una piedra en el pecho
lanzada desde otro continente
no sé lo que sea sentir una piedra
atorada en el pecho
pero eso sentí
y es honesto
alguien llama a la puerta
me recuerda
que debo pagar la renta
y ponerle gas al automóvil
para no quedarme varado
como un cisne vagabundo
sobre el petroleo de mi miseria
desde el futuro alguien me descifra
no sé cuántas páginas me esperan
no sé cuánto debo de adormecer en este poema
se me hace infinito
idéntico a un duelo
muy parecido a una nebulosa disonante
que está por colapsar y estallar en la memoria
tengo un boleto en llamas
una impresora láser y una tristeza
detrás de la mirada
tengo una ventana en casa
que observa pragmática y borracha
a todos los árboles del mundo
y al amanecer
que se levanta
SOUNDTRACK:
Alex Hentze - Poecléctica
Beach House - On the sea
Silvesun Pickups - Growing old it's getting old