Me duele tu fatal lluvia Septiembre, me duele tu risa azul y blanca cómo de rockola clandestina. Me dueles y entusiasmas, Septiembre. Me dueles y me ennudas la garganta. Me duele tu desfile de promesas que corre por las patrias venas de tu indiferencia, me duele tu crucial dependencia: al electo cambio de morfina.
Me alegras por una sola razón, Septiembre. Me alegras porque al final de todo: cambias. Dejas paso a los Octubres Rojos, a los Noviembres Cielos; dejas paso a los silencios blancos y te olvidas del tortuorio llanto del invierno. Dejas paso a los días donde se construye el eje de mi territorio patria. Ese inédito territorio donde vuelvo a ser yo sin necesidad de reinventar la muerte, la poesía, los barriletes, las bufandas.
Me alegras por una sola razón, Septiembre. Me alegras porque al final de todo: cambias. Dejas paso a los Octubres Rojos, a los Noviembres Cielos; dejas paso a los silencios blancos y te olvidas del tortuorio llanto del invierno. Dejas paso a los días donde se construye el eje de mi territorio patria. Ese inédito territorio donde vuelvo a ser yo sin necesidad de reinventar la muerte, la poesía, los barriletes, las bufandas.