Yo puse en el cd player The Ramones y ella dijo:
–An English Tea, my dear. Even if you're gonna play The Cure, darlin –mientras se buscaba en la bolsa marrón reversible de diseño, los cigarritos rojos.
Yo le respondí, con mi puntual y poético acento chapín (digo, guatemalense), siempre grotesco:
–I used to drink el tesito, my chiquita darlin. Pero then I discovered Los Beatles, el maravilloso opium y mi twilight sombra buscándome en el living cuarto mientras I was writing this capítulo of my novela rosa para regalártelo en papel bond, not James Bond; my queridísima darlin –mientras le extendía explícitamente la hoja medio llena con tipografía de mi Remington 74–.
Ella sonrío, cohibida. Mientras sonaba en el estéreo Sedated de Los Ramones. Luego encendió apresurádamente un cigarrito rojo y puso en el aparato digital, Blondie.
Para entonces serví el té, pero con piquete; y no de coca cómo los punk peruanos. Llegó igual, la madrugada. Contemplativamente a pardo-rosa.
–An English Tea, my dear. Even if you're gonna play The Cure, darlin –mientras se buscaba en la bolsa marrón reversible de diseño, los cigarritos rojos.
Yo le respondí, con mi puntual y poético acento chapín (digo, guatemalense), siempre grotesco:
–I used to drink el tesito, my chiquita darlin. Pero then I discovered Los Beatles, el maravilloso opium y mi twilight sombra buscándome en el living cuarto mientras I was writing this capítulo of my novela rosa para regalártelo en papel bond, not James Bond; my queridísima darlin –mientras le extendía explícitamente la hoja medio llena con tipografía de mi Remington 74–.
Ella sonrío, cohibida. Mientras sonaba en el estéreo Sedated de Los Ramones. Luego encendió apresurádamente un cigarrito rojo y puso en el aparato digital, Blondie.
Para entonces serví el té, pero con piquete; y no de coca cómo los punk peruanos. Llegó igual, la madrugada. Contemplativamente a pardo-rosa.