viernes, 26 de marzo de 2010

ALICIA, UNA ENTREVISTA: remedio contra el miedo


Una muy buena entrevista que me hiciera Juan Diego Oquendo para El Periódico, el miércoles 24 de marzo, en alución a la publicación de mi nuevo libro ALICIA [Catafixia Editorial, 2010].

La entrevista, gira en torno a muchas interrogantes contextuales, que plantean un acercamiento directo al hecho de vivir en Guatemala. Espero se la disfruten, tanto como yo me la disfruté. Esta es la versión larga de la entrevista, la otra versión la pueden encontrar en este [ link ]



Juan Diego Oquendo: Alicia, ¿un arquetipo de la poesía o un ser concreto?

Pablo Bromo: Fijate que ambas cosas. El personaje de Carroll siempre ha sido y será un referente inevitable para hablar de la relación ficción-realidad. Por otra parte, es un fabuloso símbolo de aventura, astucia y sabiduría a mi parecer. Si es que existe una Alicia con apellido guatemalteco, sería la historia misma de nuestro país. La ficción siempre será un detonante fabuloso para entender la vida como algo efímero, pero, el personaje de Alicia nos formula que la vida también puede ser un miserable agujero negro o un espejo fantástico. Escribí este libro, sin pensar que lo iba a terminar tan pronto; y eso, porque Alicia también es un síntoma que vive en el inconsciente colectivo. Para fin de año, te prometo tener lista la segunda parte de la saga y se titulará María o Magdalena (bromas).



JDO: ¿Propone una destrucción para reivindicarnos?

PB: Más que una proposición destructora y devastadora, Alicia propone una especie de renovación elemental; casi tan austera y rigurosa cómo la introspección misma. La catarsis, el desasosiego, la desesperanza, el odio; son herramientas vitales para amedrentar a cualquiera pero también son sumamente liberadoras. Uno debería, en todo caso, ser feliz en consecuencia de la condición del prójimo; pero eso es un idealismo miserable que no viene al caso. El Viaje, por consecuencia, es colectivo; pero el origen de ése viaje debe de entenderse como una realidad en solitario. Allí se deben de regenerar las virtudes de un pueblo latinoamericano que se carcome segundo a segundo. Si “matar es la ley”, entonces debemos matar al germen de la infelicidad para intentar ser felices un poquito.



JDO: ¿Es la literatura un refugio para la realidad del guatemalteco?

PB: Para quien tiene la educación y la economía para sustentarla, por supuesto que si. Cualquier arte (pintura, literatura, música, cinematografía, etc) siempre ha sido una especie de bunker existencial donde se gestan los mejores remedios contra el olvido, la tiranía o el tedio. Decía Manuel José Arce (o Luis Cardoza), que la realidad del guatemalteco solo se vive a través de su literatura. La poesía, por ejemplo, siempre será una máscara de oxígeno en un país donde no se respira más que miedo. Sea para quien la escriba, o para quien la lea.



JDO: ¿Alivia el lenguaje popular, callejero, el miedo de este país?

PB: Seguramente si, ya que el lenguaje popular es sólo un reflejo inmediato y maravilloso del tan absurdo contexto en que vivimos. A cada rato, escucho conversaciones en la calle o en los bares, que no dicen absolutamente nada y es divertidísimo. En ese sentido, el lenguaje popular puede ser el analgésico más eficaz contra el miedo. Vos salís a la calle y platicás con cualquiera en un lenguaje coloquial típico del guatemalteco y liberás, de alguna manera, toda esa tensión maldita que guardamos a diario. Eso es lo rico del lenguaje popular... que de alguna forma te mantiene con los pies firmes sobre la tierra.



JDO: ¿No vale la pena ser políticamente correcto, o no se puede?

PB: Ser políticamente correcto es un cliché que ya pasó de moda. Aquí las balas, o te caen o le caen a tus hijos. Uno intenta lo que puede y a veces, ser políticamente correcto es lo debido; pero realmente es entristecedor ver como el país está lleno de insolencia y recurrente falsedad. Vivir aquí duele, y ser políticamente correcto no le interesa, al que cree que tu vida vale menos que un celular o un impuesto de guerra.



JDO: ¿Se acerca al texto Pop Wuj o realiza un trabajo paralelo?

PB: De alguna manera, el Pop Wuj siempre será un referente obligatorio en mi vida. Por lo mismo, los discursos paralelos entre ambas obras son inevitables. En Alicia, utilicé algunos pasajes del libro sagrado para plantear los temas de la disputa, el origen, la victoria, el despertar y la aventura. Si bien el libro sagrado es una exquisitez lírica, su discurso narrativo es fabuloso. Para mi, el Pop Wuj es un libro que todo guatemalteco debería de leer por lo menos 10 veces a lo largo de su vida.



JDO: ¿Alguna otra forma de vivir en Guatemala si no ebrio o loco?

PB: Ambas (risas). La locura es una especie de embriaguez irreversible. Decía Charles Bukowski, en uno de sus libros, que la buena literatura se escribe con un buen whisky o una buena dosis de locura. Y siendo pretencioso (risas), me apego a la segunda, porque ya no bebo.




IMAGEN: portada alternativa del libro por ElAuricular