viernes, 11 de enero de 2008

Tintado

Abrumado con tintas chinas de Li Po en la página más antigua de mis días. Enmarañado con la elocuencia de David Huerta en la valija del desamor. Voy juntando mis nostalgias de tango y distancia, voy derritiendo mis felicidades de abrigo, bufanda y calefacción. Me detengo a ver el narcotráfico del alba, me detengo sin mediar palabra a lo Teillier. Pronostico un anonimato de silencios, me comprometo el adjetivo, me consuelo la felicidad.

Pudiera ser, en todo caso, que algo de Juarroz me distraiga el confeti. Pudiera ser que las piñatas del miedo se mezclen con Girondo abruptamente. Pero supongo que ni Huidobro, Mutis o Arango salvarán este escrito sin presagio, del insolente y mortuorio porvenir.