Hoy es once de septiembre
y no me importa
-¿qué?-
es que no me importa
pienso más en focault
que en los yanquis
eso es todo
prefiero acariciar
a los perros románticos de bolaño
a media plaza a las cuatro de la mañana
o extrapolar la poesía de morrison
después del bajón del lisérgico
frente al volcán de agua o acatenango
hoy es doce
-¿ya es doce?-
y nunca olvido el seis de julio
porque me quedé varado, solito y fúrico
en la puerta de un hostal
con mucho que decir
y poco por hacer,
estaba amarrado
a símbolos oscuros
con cuerdas que no tienen nada que ver
con peleas o con horarios fijos
eso recuerdo.
no el once, no el día después
no la madrugada que me adormeció
en olas salvajes y arenas del pacífico
recuerdo el seis
sí, el seis de julio con sus furias
y sus sábanas prestadas y sus vacíos de por vida.
no quiero hablar de torres gemelas
tampoco quiero hablar de tragedias insolentes
eso fue souvenir
así como dante
recorrió los infiernos
o celine viajo hasta su oscura noche
el metal
hizo todo mierda
y se derritió pulverizando los cuerpos
delfín quishpe hizo una rola mediática
los gringos le echaron la culpa a laden
y murieron más latinos que gringos
pero el seis de julio,
algó se desintegró
en un día soleado
que nunca olvido
se rompió
como solo de spinetta
cruzando el valle del absurdo
todo se rompe
sí
como las represas que vemos en la tele
y como la noche que se parte en dos galaxias
sin que el insivumeh lo pronostique
fumo un cigarro
y pienso en el dolor
en la punta de los dedos
¿para qué un once del nueve?
las torres de mi dicha
y mi afecto
cayeron hace poco
y todo se destruyó
hasta siento
que cuando escribo
soy un fantasma
yo estoy enterrado
ahí
en esa armatoste de ácero inolvidable
y cementerio club que nunca olvida.