me puse
a fumar
al llegar a casa
y después de fumar
me puse a ver la ciudad
desde el quinceavo piso
donde escribo esta bienvenida
a la felicidad que también es triste
hoy salí a comer pizza
a tomar vino
a desparramar
un vaho dormido
que anuncia mi tristeza
en una mesa para dos
y con vista
a centros comerciales
que desploman los sueños
en tarjetas plásticas
y deudas con tamaño
al epicentro mismo
de todas sus tristezas
anoche un amigo
me decía por teléfono
que la felicidad sí existe
yo le insistía
que no
mientras pensaba en teillier y en góngora
al mismo tiempo
que los algoritmos del azar
me hacían ver como un tonto
porque la felicidad es una quimera
un olorcito a algo querido
un temblorcito rico
que se siente en alguna parte
cuando vemos que amigos escritores ganan un concurso literario
cuando escuchamos una canción de pulp que tanto nos conmueve
cuando respiramos el aire y sentimos la brisa del poema
por eso no pude evitar pensar
en que los árboles
son felices
en que las estrellas
son felices
por eso no pude evitar pensar
que cuando callamos
algunas cosas somos felices
por eso este poema
calla todo lo que digo
y al mismo tiempo
está inconcluso y dice todo
lo que el silencio aflora
en un minuto de estruendo iracundo
por eso
cuando miro
la ciudad triste
con sus luces tristes
y sus automovilistas tristes
desde este quinceavo piso
no puedo sentir
más que felicidad
por estar vivo
y eso ya es algo.