domingo, 20 de diciembre de 2009

La Buena Nostalgia Navideña, tipo relato tamalero o crónica ouch

...hay, recuerdos que no voy a borrar. (Fito Páez)









Se viene el fin de año y, con su llegada inevitable, se aproximan las eternas y aburridas fiestas en familia: el tamal hiper aguado de las doce con tu abuela y tus tíos, el chile-pasa atorado en la garganta del sabor, el olor imperdonable a manzanilla y pino hasta en los calcetines, el chocolate extra dulce de tu Tía Moria –la del diente postizo y los vestidos estampados–, los marshmelous rancios de tu primita Jessi, la hija de tu Tía Moria, que te hace jugar con su Barbie nueva y de paso le tenés que hablar con acento gringo para que Ken en su Hummer platinado, tipo "Cartel de Sinaloa" o "Cartel de Los Sapos", no se enoje y te haga relajo bajo la media fila de luces parpadeantes y quemadas del plástico-arbolito torcido de tus abuelos; los calzoncillos marca Italian Diablo, tipo bikini, que te regala la solterona de tu Tía Hermelinda, empacados con el mismo papel de regalo de cada año desde que tenés 15 –pinche tía oxidada y calentona–. El mismo libro de superación que te regaló tu Tío Boris el año pasado, "por lo menos quítele el precio, tío" –le decís con una sonrisa de vergüenza y lástima. "Ay disculpá mijo, esa fue la Mary, tu tía, vos sabés... ella y sus carreras mijo... ¡pero ése te va a gustar mijo, a vos que te gusta leer!" –te dice mientras sostiene, tembloroso, el vaso Color-Amarillo-Orín-Intenso del Vat 69, mientras piensa en el convivio de la oficina de hace tres días y en la falda Color-Gris-Deseo-Shic-Mamit de Nancy, su chula y rica secretaria.

A la vez nunca faltan, cada año, las lonjas de tu prima Isabel coqueteándote desde que te bajás del carro y tampoco falta, el clásico interrogatorio de tu viejo: "que si compraste los cuetes, que si encendiste las luces de la casa, que si vas a ir mañana al almuerzo, que si compraste el regalo de Martita, Juan, Pedrito y fulanito y menganita, que si tenés cigarros porque él ya no fuma, que si querés chocolate y tamal, que si querés una cervecita pero solo una porque tenés que manejar después a la casa de tu novia... que si compraste uvas para las doce del 1º, que si te vas a ir a playa con tus cuates bolos para Año Nuevo, que si tenés proyectos nuevos aunque sea, que si vas a volver a la U el próximo año, que si, que si, que si..."


Por otro lado, nunca faltan las carreras de último minuto al Centro Comercial para comprarles una canasta o un juego de vasos a tus suegros, porque los que tienen ya están todos rajados; a lo mejor les comprás un juego de fundas para los cojines de la sala, un vale para el dry cleaning o de una vez unos cojines nuevos, porque los pinches viejos mojigatos son más tacaños que tus cuates que solo te regalan, si es que te regalan algo para Navidad: puros discos quemados por ellos mismos y ediciones viejas, todas mal encuadernadas, de libros que ya tenés como La Metamorfosis de Kafka o El Lobo Estepario de Hesse, y encima te dicen: "¡Esta edición te va a gustar broder, a vos que te gustan las antigüedades y los libros... vas a ver papaíto!" Y vos sabés, que les costó 12 con 50 centavos en la Feria de Libreros del Parque Central el mismo día que vos andabas comprando pulseritas y adornos típicos para regalarle a tus ex suegros y a tu ex novia extranjera, que se regresa a su País Nórdico, después de cuatro años de trabajar para la ONG aquella donde la conociste por primera vez, mientras vos hacías tus prácticas y revisabas y corregías archivos a cambio de una carrera más o menos respetable en el ámbito legal.

Y luego recordás, que en ése mismo Mercado Central, muchos años antes, vos eras un adolescente rebelde y conseguiste una caja de canchinflines a un precio inmejorable. Lo sabés muy bien porque esa fue la primera vez que te estafaron. Todavía podés sentir aquel dolor, no el dolor de tu mano derecha más hinchada que un tomate en las brasas, sino aquel dolor agudo en la boca del estómago, en la boca de la mentira, ése dolor de sentirte estafado; porque en el fondo sabés que ese pisto de los canchinflines era para comprar las uvas de tu casa, que en ese entonces costaban como 5 quetzales por libra, y cuando te estallaron los primeros 7 canchinflines que encendiste con el cigarro de aquel tu cuate -el que te enseñó a fumar en vacaciones-, entendiste que a veces lo barato sale caro, y que Tauro en definitiva: es “La Marca” de canchinflines por supremacía.


Pero como la pólvora es pólvora, y al final da lo mismo si es de China, Chimaltenango, Sanarate o San Raimundo; optaste por romperlos y sacarle todito su polvo blanco-grisáceo. Terminaste por incendiar aquel tu Tonka viejo, el que te habían regalado tus abuelos cuando cumpliste 10 años para tu Primera Comunión; y luego ese mismo año, en aquella Navidad, tu viejo se puso bolo (cómo de costumbre) y tu Tía Moria –si, la del diente estampado– te insistió en que probaras su extra dulce chocolate que sabía a dulce de piñata cuando se queda en bolsa todo pegosteado y, terminó por dolerte el estómago toda la noche, mientras estallaban los cuetes y los canchinflines silbaban por los cielos del barrio de la casa de tus abuelos. En esos tiempos, por ejemplo, no habían paquetes de luces chinas, las Luces Campero eran una primicia, el Desfile Paiz era lo más fantástico entre los niños y si te regalaban un carro a control remoto, vos eras feliz imaginándolo correr entre la humazón (mierda) de ametralladoras de 5 o 10 o 25 metros.



Pero esos tiempos ya pasaron, ahora abundan los regalos en cuotas y las borracheras memorables. También abundan las cosas que vinieron años después, con la llegada de los Reyes –del Crédito–, las drogas duras y las visitas al extranjero. Ahora quemás la mitad de tu sueldo en una noche y después de las doce, te vas a parrandear, si es que te queda pisto y ganas, ¡¡porque aceptalo, ya estás grandecito o grandecita... ya llegaste a los 30 y no le aguantás la casaca a cualquiera que se te ponga enfrente!! Luego te entra la melancolía y terminás por comprender que:

“El ponche es ponche donde sea, pero solo sabe rico con su chiquiador y su piquete. Y que la Navidad, aquí y en otros lugares, se llama Navidad; y siempre va ser la misma nostalgia disfrazada de viejo mañoso comiendo galletas hasta la medianoche, mientras los Renos del Crédito trabajan y trabajan, para venderte sus financiados y regalos a Visacuotas.”



También comprendés, que estar lejos es lo mismo que estar cerca. Luego querés volver a la tranquilidad de tu familia y querés abrazar en tus recuerdos aquel árbol, el que tus abuelos con paciencia te invitaban a adornar junto a tus primos; y al final las cosas buenas de tu Navidad terminan siendo:

(a) que aunque no tengás ni un centavo en la billetera o en bolsa, vas a ir al concierto de Metallica el próximo año,
(b) el perfume nuevo, la loción del anuncio, o la caja de jabones caqueros que nunca vas a usar y que recién compraste en el último Festival de Perfumes que organiza aquella tienda todos los noviembres,
(c) el show de luces chinas que siempre compran tus vecinos,
(d) el chingo de bufandas que conseguiste en la MegaPaca, porque estaban como a 15 pesos cada una aunque las tengás que usar hasta el próximo año,
(e) la chaqueta de Pull And Bear que te regaló tu novio, aunque no te quede como tu esperabas,
(f) el PlayStation que conseguiste más barato, porque un tu primo vino de los Estados y se lo debés con favores de oficina,
(g) que en el Travel & Living van a pasar un especial con recetas de cocina, y a vos lo que te importa ver, es la sección de "cocteles navideños",
(h) el aguinaldo que te vas a gastar en el diezmo para la Iglesia o en la Mega Fiesta de Fin de Año en Cancún o Utila, rodeado de diminutos bikinis y bronceados abdominales mientras te tomás doce shots de algo que no sabés que tiene, pero tiene nombre y colores raros, ¡por eso yeaaaah!




Luego llega la resaca y extrañás por fin, el olor a pino y manzanilla, las idas a comprar el pinabete a los Campos del Roosevelt y el cueterío loco de las 6 y las 12. También extrañás el Peri Roosevelt, el Megacentro y Los Próceres atestados de gente cuando ibas de güiro o adolescente con tus viejos. Luego te da por pensar en aquellos paquetíos de cuetes que despenicabas con tus cuates de la cuadra para quemarlos uno por uno. Por último, la goma te empieza a comer por dentro y, extrañás las eternas y aburridas reuniones familiares en la casa de tu abuela, con tus tíos y tus viejos poniendo marimba en la casetera o en el viejo tocadiscos, cuando el término “análogo” era regla y no se usaban las palabras “digital”, ni la compuesta “KBPS”.



Extrañás tanto el chile-pasa horroroso de los tamales aguados de tu abuela, que, agarrás el carro en un desdén de furia y das mil vueltas, buscando inútilmente, un farolito rojo que anuncie los ansiados y miserables tamales. Al final recordás que en el Hiper Paiz venden unos congelados y optás por manejar apresuradamente, antes de que cierren la entrada al paraíso de tu sueldo y de tus ganas. Das vueltas por los pasillos de comestibles e inconscientemente, girás, hacia el pasillo de juguetes. Te topás con que todo está a mitad de precio porque ya pasaron las fiestas de fin de año y, terminás por comprarte un Tonka, una Barbie o un pinche Hummer platinado, para ponerlo junto al único adornito de Navidad que se alberga junto a la repisa de tu nueva casa. También comprás los benditos tamales, por aquello del delirio tuyo navideño, o por el puro hambre.


Ya en tu fría y sola casa, te asomás a la ventana y ves como unas luces chinas, nada torpes cómo los silbadores, estallan en la negra lejanía y la iluminan más que a tu oscuro y solitario corazón. La canción del Buki no te parece tan triste como tu tristeza y, optás, por hacer una lista, a manera de Tareas o Propósitos para el Nuevo Año. Cuando encontrás un lápiz con punta, porque estás tan acostumbrada o acostumbrado a escribir en computadora, lo agarrás bien fuerte y, lo primero que anotás con su grafito abrupto y espeluznante es: "HACER EJERCICIO... para bajar las libritas de la bolsa de tamales congelados que recién me harté."




SEIS REGALOAPUNTES PARA NAVIDAD



1. LA FAMILIA ES SAGRADA (pasá calidad de tiempo con tu familia, no cantidad... después de muchos tamales y abrazos, siempre terminás por aburrirte y mentándote la madre con algún tu primo o tu hermano que nunca te da regalos)

2. VOS SOS VOS (date un tiempo para vos, para reflexionar que ondas con el año que se fue y el que viene... y si querés, date un buen regalito, el nuevo iPhone está bien chilero y así apuntás de paso, tus propósitos de Año Nuevo)

3. AMOR ES AMOR (demostrale a tu pareja lo tanto que te importa... pero no lo hagás por interesadote o interesadota para pedirle algo... es decir, si te regala una chumpa o unos tacones, por lo menos dale las gracias y un su chocolate)

4. LOS REGALOS (gastar no es sinónimo de afecto, podés regalar discos quemados por vos o libros clásicos... no hay quien se resista a la música y a la buena literatura, pero ojo: ¡por lo menos imprimiles una su portada y ni se te ocurra regalar un libro de tu biblioteca todo subrayado!)

5. FUTUROS PROYECTOS (proponete cosas concretas y alcanzables... ni se te ocurra ir al gimnasio para tener las nalgas de la Shakira, o las piernotas del Beckham. Tampoco se te ocurra leer más de diez libros por mes, quien en algún momento lo ha intentado, termina por embriagarse cada 2 días en algún bar, repitiendo frases de escritores que nadie entiende)

6. BLOGUEÁ (si sos de las/los que piensa abrir un "diarioblog tipo periodístico" para ahorrarte lo de tu psicoterapista, un blog con las últimas recetas de cocina que hiciste para fin de año, un blog con mala o buena poesía tuya, un blog con las frases tontas que dice tu esposo cada vez que abre la boca, un fotoblog con fotos de tu chula nueva novia tomadas con tu chula nueva cámara que tiene chulas nuevas funciones, o un blog de chistes... te recomiendo la última de mis opciones, ¡¡¡en el internet ya hay demasiado contenido innecesario -me incluyo-, pero un chiste bien contado, nunca está de más y la risa siempre es memorable!!!