Una palabra para nombrar el silencio. Una palabra sin costura deshilándose en el punto ciego del recuerdo. Una palabra en ebullición de nostalgias, una palabra partiéndose los huesos en el soberano paladar de la tristeza. Una palabra para calmar las ansias, una palabra para enderezar los mástiles del desamor y la distancia. Una palabra con nombre de estrella, viento, mar, constelación, marea. Una palabra para guardar la congoja, una palabra para encender las pólvoras de la felicidad más íntima. Una palabra, para juntar las manos y vencer a los pálidos ejércitos del lenguaje. Una palabra para enamorar la muerte; o quizás también, para morir con ella.