hay
un poema
en la mañana.
que duerme
sobre un petate
de muertes y olvidos.
es
un poema
que no reza.
que no fuma.
que no interfiere
con el mundo, que no aburre.
él
se escribe
sin preguntarle a nadie.
él no hace conjeturas,
no divaga cómo se divaga
en medio de los callejones de la noche.
el
poema
empieza,
con la lengua de la sucia almohada
roncando tristes maremotos de saliva.
el poema empieza con otro poema
que nada tiene que ver con amores de contrabando.
el
poema muere,
cuando la muchedumbre clama su pequeña gloria.
o cuando
sus tibias manos,
desvisten el itinerario de las despedidas.