a jose en su anibeirdey,
al anatema
del silencio
no es la carencia
de pajaritos volando,
sobre un cielo despintado
a manera de páginas blancas.
es otra cosa,
por el contrario.
es un ademán nuevo,
aún por descubrir.
es ése ir y venir
de compases huérfanos,
de cicatrices que pican,
de crucifixiones lingüísticas
que sangran tibias soledades
esperando ansiosamente por morir.