Las rocas perdieron su dureza. El agua alrededor de la vieja barca era negra.
La espuma se había tornado lívida, y dejaba aquí y allá un blanco resplandor perlado sobre la arena neblinosa. (Las Olas, Virginia Woolf)
Hay una simetría
entre el amor y la muerte;
un arrebato nocturno, un último abandono.
Una alquímica operación matemática
divide al odio de la indiferencia;
hasta teñir la sangre en negro olvido.
Pero el amor supone
un máximo engranaje, de vida o muerte;
una verdad silente por debajo de la piel, y sin canibalismos esotéricos.
La espuma se había tornado lívida, y dejaba aquí y allá un blanco resplandor perlado sobre la arena neblinosa. (Las Olas, Virginia Woolf)
Hay una simetría
entre el amor y la muerte;
un arrebato nocturno, un último abandono.
Una alquímica operación matemática
divide al odio de la indiferencia;
hasta teñir la sangre en negro olvido.
Pero el amor supone
un máximo engranaje, de vida o muerte;
una verdad silente por debajo de la piel, y sin canibalismos esotéricos.