sábado, 4 de julio de 2015

AMÉRICA amontonada en una libreta verde con vista al pacífico


Incluido en el libro AMÉRICA, con la participación de más de veinte poetas latinoamericanos y presentado hace unos meses en el International Studio Camp Curatorial Program de Nueva York. Antologado por la poeta y editoria puertorriqueña Nicole Cecilia Delgado.



América, esta tarde vi llover anemias sobre tus calles agrietadas.

La lluvia hacía un eco impostergable. Todo era gris. Presagio triste.

Unos chicos gemían holocaustos.
Unas madres alborotaban sus desdichas.
Todo era sombra, rabia, extracto de una pesadilla.

No quise estar en tu ciudad y me escapé al mar
a ver la risa dormida de unas golondrinas púrpura.

Mientras sumergía mis galaxias
en la profundidad grisácea de las tibias olas, pensé:

no es tarde, América,
no es tarde para que salgas a pasear con tu alfabeto
de rimas y pancartas. El futuro es esta pecera abierta,
este condominio sin garita, esta dulce trinchera de fonemas.

No lo olvides.
No desagües tus olvidos en la borrachera.
Todo ha sido un desvarío de quinientos años
y un mal viaje de peyote encriptado con silencios.

La noche no es más que una muñeca dulce
moviendo los brazos al unísono del viento.

Vamos, América, no llores.
Si dije muñeca es porque tú lo eres
aunque estés sumergida en este antiguo coma eléctrico.

Todos te están viendo dormir y vinieron a saludarte.

No temas, América,
cuando despiertes
todo habrá sido un mal recuerdo
y la fiesta tendrá todas las canciones de todos los siglos.

Será un himno de colmenas sollozándote sobre la espalda.

Una canción se escucha al fondo del pasillo.

Es una cumbia volátil, un calipso vagabundo.

Salgo a la ventana, enciendo un cigarro y pienso en mi madre.

Mi madre está lejos,
yo estoy lejos,
todos están lejos.

Una ventisca de rabia me golpea el rostro.

Extraño a mi madre,
tú eres mi madre,
todos son
mi madre.

América, no mueras.

O si mueres, transfórmate en todo lo que quiero:
un abrazo de gente querida, un sueño, una profecía.

América, es en serio. No mueras.

Mi poema se está escribiendo para despertarte.

Tu vejez es una cordillera hirviendo en fiebre
y hoy estoy con ganas de recorrerte,
de verte, de tenerte enfrente
mientras fumamos cien cigarros
y bebemos del güisqui más pletórico del universo. 


América,
estoy pensando en irme al mar contigo.
Manejo a ochenta por hora y sonrío.
Tengo las manos en el volante,
una resaca más que milenariam
una chica en bikini al lado
y algunos versos
esperanzadores
con tu nombre.