Placebo
Cuando todo se haya ido...
Nos quedarán las manos vacías.
Los colores. Los olores. El llanto. Las sonrisas.
Nos quedarán los cuetes y las estrellitas de infancia.
Nos quedarán los tronadores y los toritos en la nostalgia.
Nos quedarán las luces y las bombas. También la destreza.
Nos quedarán los rayos miopes de sol al despertar por las mañanas.
Los colores. Los olores. El llanto. Las sonrisas.
Nos quedarán los cuetes y las estrellitas de infancia.
Nos quedarán los tronadores y los toritos en la nostalgia.
Nos quedarán las luces y las bombas. También la destreza.
Nos quedarán los rayos miopes de sol al despertar por las mañanas.
Nos quedará la risa henchida como un perro con rabia
mordiendo a la colegiala más linda de la escuela.
Nos quedará la mentira envuelta en regalos de aniversario.
Nos quedará la ruleta rusa de las tibias despedidas.
Nos quedará el universo, las galaxias y el ruido negro,
que es como estrellar un Porsche, de noche, en una calle solitaria.
Nos quedará el estallido del verano.
Las cancioncitas torpes y publicitarias en la radio.
Nos quedarán los miedos, los portazos, los abrazos.
Nos quedarán los libros
que van y vienen como mazorcas tristes cada año.
Nos quedará la nostalgia líquida y sonora
que es vivir en otra patria y sin el dolor amado.
Nos quedará el silencio. El maldito y forzoso silencio
mordiendo a la colegiala más linda de la escuela.
Nos quedará la mentira envuelta en regalos de aniversario.
Nos quedará la ruleta rusa de las tibias despedidas.
Nos quedará el universo, las galaxias y el ruido negro,
que es como estrellar un Porsche, de noche, en una calle solitaria.
Nos quedará el estallido del verano.
Las cancioncitas torpes y publicitarias en la radio.
Nos quedarán los miedos, los portazos, los abrazos.
Nos quedarán los libros
que van y vienen como mazorcas tristes cada año.
Nos quedará la nostalgia líquida y sonora
que es vivir en otra patria y sin el dolor amado.
Nos quedará el silencio. El maldito y forzoso silencio
de decirlo todo sin decir realmente nada.
Nos quedarán los juguetes y las alcancías de plástico barato.
Nos quedará el sudor mal aprendido de las clases de gimnasia.
Nos quedará la fricción genital de las noches más solitarias.
Nos quedará un kleenex blanco, los columpios románticos
con aroma a revolución del 44. Nos quedará el vacío y los vicios.
Nos quedarán las ganas y las incertidumbres con la vida.
Nos quedarán los vuelos forzosos y las mordazas
de Calle Libreros, Lavapiés o Chueca en plena celebración de un año triste.
Quiero ir a Lisboa, Turquía, Praga, Grecia, Ceibal, Yaxhá.
Quiero sentarme en Tecpán y por una vez no sentir esta tristeza.
Nos quedarán los viajes pospuestos
que son ásperos como disparos de aguardiente en la garganta.
Nos quedarán los chiflidos, las mordidas, los portazos y la mala suerte.
Nos quedarán los travestis de la séptima y la cuarta.
Nos quedarán las cajas llenas de vino malo.
Nos quedarán los discos de Placebo, Lou Reed y Manu Chao.
Nos quedarán los libros de Kerouac, Pound, Bolaño y Cortázar.
Nos quedarán las muñequitas Barbie que son como mis amigas.
Nos quedarán los cupones gratis para ir al cine o al teatro.
Nos quedarán las ganas de coger en Antigua o Argentina.
Nos quedarán los veranos incandescentes de Sipacate.
Nos quedarán las calcomanías tristes de David Bowie.
Nos quedarán los pájaros mutilados en papel maché.
Nos quedarán las borracheras en aquel bar del centro.
Nos quedarán los resbaladeros de la Simeón Cañas.
Nos quedarán los besos en aquel restaurante chino.
Nos quedará el origami de los orgasmos amarillos.
Nos quedará aquel poema que leí en la presentación de mi último libro.
Nos quedarán los abrazos vencidos.
Nos quedarán los días azotados de lluvia.
Nos quedarán las luciérnagas del infortunio.
Nos quedarán las prosas en desuso cuesta abajo.
Nos quedarán las manos vacías. Los Ecos. Los Salmos.
Nos quedarán: La vida. El sol. Las nubes. La luna.
Nos quedará un silencio mutilado de espanto.
Viciado de rencor, con baladitas de olvido y de muerte a medianoche.
Nos quedarán:
Los días de boda y las promesas asfixiadas.
Nos quedará la risa. El mar. Las olas. El mar. Las olas.
Nos quedará el vino y las calcetas de colores bajo las sábanas.
Nos quedarán los libros que prestamos en la memoria,
los recuerdos y los paseos terco al centro de un abrazo.
Nos quedará un boleto de avión con destino a ninguna parte.
Nos quedará un trozo de verdad brillando en una foto arrugada.
Nos quedarán los nombres. La senda de los nombres.
Nos quedará abril, octubre, agosto. Nos quedará mayo.
Nos quedará cada una de las personas que amamos hasta los tuétanos.
Nos quedarán los cuerpos borrosos con sus manos vacías
y todas sus tempestades de desamor y fugitiva nostalgia.
Nos quedará la vida.
Los besos que nos dimos. Los besos que no dimos.
Nos quedará la muerte y las miradas llorosas encontrándose.
Nos quedará un poema.
Un poema para escribir por todas las borracheras.
Nos quedarán las cuentas por pagar, los cheques rechazados.
Nos quedarán las manos, vacías, en medio de una noche tenebrosa.
Nos quedará una vida, la vida.
Nos quedará: La literatura.
VIDEOCANCIÓN:
KC Accidental - Save The Last Breath For Me
Nos quedarán los juguetes y las alcancías de plástico barato.
Nos quedará el sudor mal aprendido de las clases de gimnasia.
Nos quedará la fricción genital de las noches más solitarias.
Nos quedará un kleenex blanco, los columpios románticos
con aroma a revolución del 44. Nos quedará el vacío y los vicios.
Nos quedarán las ganas y las incertidumbres con la vida.
Nos quedarán los vuelos forzosos y las mordazas
de Calle Libreros, Lavapiés o Chueca en plena celebración de un año triste.
Quiero ir a Lisboa, Turquía, Praga, Grecia, Ceibal, Yaxhá.
Quiero sentarme en Tecpán y por una vez no sentir esta tristeza.
Nos quedarán los viajes pospuestos
que son ásperos como disparos de aguardiente en la garganta.
Nos quedarán los chiflidos, las mordidas, los portazos y la mala suerte.
Nos quedarán los travestis de la séptima y la cuarta.
Nos quedarán las cajas llenas de vino malo.
Nos quedarán los discos de Placebo, Lou Reed y Manu Chao.
Nos quedarán los libros de Kerouac, Pound, Bolaño y Cortázar.
Nos quedarán las muñequitas Barbie que son como mis amigas.
Nos quedarán los cupones gratis para ir al cine o al teatro.
Nos quedarán las ganas de coger en Antigua o Argentina.
Nos quedarán los veranos incandescentes de Sipacate.
Nos quedarán las calcomanías tristes de David Bowie.
Nos quedarán los pájaros mutilados en papel maché.
Nos quedarán las borracheras en aquel bar del centro.
Nos quedarán los resbaladeros de la Simeón Cañas.
Nos quedarán los besos en aquel restaurante chino.
Nos quedará el origami de los orgasmos amarillos.
Nos quedará aquel poema que leí en la presentación de mi último libro.
Nos quedarán los abrazos vencidos.
Nos quedarán los días azotados de lluvia.
Nos quedarán las luciérnagas del infortunio.
Nos quedarán las prosas en desuso cuesta abajo.
Nos quedarán las manos vacías. Los Ecos. Los Salmos.
Nos quedarán: La vida. El sol. Las nubes. La luna.
Nos quedará un silencio mutilado de espanto.
Viciado de rencor, con baladitas de olvido y de muerte a medianoche.
Nos quedarán:
Los días de boda y las promesas asfixiadas.
Nos quedará la risa. El mar. Las olas. El mar. Las olas.
Nos quedará el vino y las calcetas de colores bajo las sábanas.
Nos quedarán los libros que prestamos en la memoria,
los recuerdos y los paseos terco al centro de un abrazo.
Nos quedará un boleto de avión con destino a ninguna parte.
Nos quedará un trozo de verdad brillando en una foto arrugada.
Nos quedarán los nombres. La senda de los nombres.
Nos quedará abril, octubre, agosto. Nos quedará mayo.
Nos quedará cada una de las personas que amamos hasta los tuétanos.
Nos quedarán los cuerpos borrosos con sus manos vacías
y todas sus tempestades de desamor y fugitiva nostalgia.
Nos quedará la vida.
Los besos que nos dimos. Los besos que no dimos.
Nos quedará la muerte y las miradas llorosas encontrándose.
Nos quedará un poema.
Un poema para escribir por todas las borracheras.
Nos quedarán las cuentas por pagar, los cheques rechazados.
Nos quedarán las manos, vacías, en medio de una noche tenebrosa.
Nos quedará una vida, la vida.
Nos quedará: La literatura.
VIDEOCANCIÓN:
KC Accidental - Save The Last Breath For Me