James Joyce
La bomba infeliz que resulta ser el tiempo es imperdonable. No. Me corrijo. El tiempo no puede ser infeliz, el infeliz es uno porque quiere; el tiempo es un regalo irreversible, una “sacada de madre”, un putazo a veces bien merecido (en el alma). Pero explota, bien que explota como bomba china y se le mete a uno como canchinflín por el agujero de la tristeza y luego viene la nostalgia. Si. Cabal. La pura nostalgia. La nostalgia de que se pasaron diez años y con esos diez años, muchas cosas buenas; pero claro, también muchas cosas malas.
En fin, lo que importa es que hayan pasado cosas. Si no pasan cosas, no pasa nada y ahí empieza lo aburrido del asunto. Uno se vuelve viejo más rápidamente y no hay euforia para parir cien canciones, o cien páginas de la novela que se vive diariamente. La nostalgia se va rápido, al igual que el tiempo. Por eso hay que hacer cosas, para que sucedan cosas. No hay que escribir el futuro, el futuro es Ave Fénix, tibio y esperado naufragio, llama viva. El pasado, por lo contrario, es pura piel muerta.
En diez años, para citar algunas cosas, hice varios viajes memorables y conocí personas que me cambiaron la vida por completo (recordar a aquellos que en definitiva no te cambiaron en nada, también es notable, aunque no lo parezca a primera vista). En diez años, por ejemplo, he conocido a muchos autores que han condicionado mi literatura. Largas y maratónicas lecturas me han llevado del Renacimiento Español al Modernismo, del Surrealismo a la Novela Social, del Realismo Mágico al Realismo Sucio, de la literatura Existencial a la Vanguardia Contemporánea, etcétera y etcétera. Muchísimos libros han pasado por mis manos, así como discos de bandas y solistas extraordinarios que aún me acompañan.
New Stuff: Arctic Monkeys, Keane, José González, Los Mojarras, Nouvelle Vague, The Killers, The Ting Tings, Zoé, etc.
Old Stuff: Babasonicos, Placebo, Radiohead, Robi Draco Rosa, The Cure, The Smiths, entre muchos de muchos.
En estos últimos diez años, descubrí que fui músico de circo, príncipe árabe, cocinero de la alta realeza francesa y pirata chino en alguna de mis vidas pasadas. Y si el 2012 no acaba con todo, según predicciones, en mi próxima vida seré narcopiloto de naves espaciales para contrabandear drogas nuevas y más duras en los confines alucinantes del vasto universo. Eso me emociona. Sobre todo por los nombres de las drogas: Polvo de Estrella, Adromeina, Jupitecstasy, Honguito Lunar, Agujero Negro, Piedra Marciana, etcétera, etcétera.
Lo especial de estos diez años, es que le permiten a uno reinventarse. Asimilar lo aprendido y volver a jugar con fuego, si el dios malabarista de la historia lo permite. Entre esas reinvenciones puedo mencionar que la poesía, como siempre, me volvió a dar vida en este cambio de ciclo. Ojo, no quiero cifrar a la poesía como una materia altiva y redentora pero, menciono esto, porque fueron diez años los que pasé sin publicar un libro y hace alrededor de 6 meses publiqué uno para volver y dejar la década atrás con furia y elegancia. Este año, 2010, vienen varios títulos personales y eso me entusiasma de ¡putamadre! Además, tuve una visión profética acerca de mi destino y en definitiva, lo que me encanta es escribir y por eso empecé a dejar basuratrashmierdas que me estaban truncando los versos y su estallido. La vida es aquí y ahora, no tiene caso prenderle fuego a la discordia y manejar el tumulto de rabia en pos de la infelicidad o felicidad colectiva. El mundo se está calentado, de a poco, y hay que hacer lo que se tiene que hacer con y sin ganas; pero mejor con ganitas y esfuerzo. El viaje es personal, decía Marré en alguno de sus versos.
Por el momento, tengo pocos proyectos, y no muchos como en otros años; que al final terminaban en solo propuestas y nada de obra. Con Vueltegato Editores estoy muy entusiasmado, tengo varias publicacaciones de autores internacionales y nacionales para este año (dentro de un par de semanas subo la página web para que vean la producción que se viene). También me tiene muy entusiasmado el nacimiento de una nueva editorial latinoamericana, Catafixia, donde publicaré un libro de poesía en el mes de Marzo. Entre otras cosas, estoy muy contento con este cambio de actitud colectiva y personal. Creo que cuando uno cambia la percepción de las cosas, éstas en definitiva cambian o se llenan de ésa nueva vibra personal que sólo a uno lo rodea; aura amigable, le dice una amiga.
Lo que quiero decir, y que también lo digo en uno de los libros que publicaré en este año, es que una cosa lleva a la otra. Por ejemplo, este año retomé muchas costumbres y pasiones que había dado por perdidas en los últimos diez años. ¡Y créanme, qué bien se siente retomar al toro por los cuernos de poco a poco! ¡Y bailar mambo o marimba con él, mientras quiere persuadirte y comerte vivo... es lo más exquisito del asunto!
Si bien la década empieza, también toca asumir nuevos riesgos y reconstruir las armas para defenderse del lado salvaje del mundo. Por mi parte, estoy alucinado con este nuevo renacer indeleble, con esta furia hijueputa, con este sazón ubérrimo.
¡¿Qué talito?! Hasta se sienten los temblores con el lujo de palabras que regresan a mi idiolecto en esta nueva década. Tsunami Poético, Verso Atómico, Temblor Esdrújulo. Aunque hablar de catástrofes no sea muy correcto en estos meses, pido las disculpas: ¡Latinoamérica Unite!
Regresando al asunto de las décadas, a ver, diez cosas fantásticas de mis últimos diez años que recuerde fácilmente, sin importar el orden:
1. Faso, mi perro.
2. Charly García y Fito Páez en Guatemala.
3. Hablar de literatura por horas y ordenar libros con Don Fermín, el dueño de una librería antiquísima en Calle Libreros, Madrid. Días después, leer Ciudad Amarilla de Julio Manegat, uno de los libros que me regaló Don Fermín, rodeado de catalanes que hablaban raro en un bar punk de Barcelona, con The Clash sonando de fondo.
En fin, lo que importa es que hayan pasado cosas. Si no pasan cosas, no pasa nada y ahí empieza lo aburrido del asunto. Uno se vuelve viejo más rápidamente y no hay euforia para parir cien canciones, o cien páginas de la novela que se vive diariamente. La nostalgia se va rápido, al igual que el tiempo. Por eso hay que hacer cosas, para que sucedan cosas. No hay que escribir el futuro, el futuro es Ave Fénix, tibio y esperado naufragio, llama viva. El pasado, por lo contrario, es pura piel muerta.
En diez años, para citar algunas cosas, hice varios viajes memorables y conocí personas que me cambiaron la vida por completo (recordar a aquellos que en definitiva no te cambiaron en nada, también es notable, aunque no lo parezca a primera vista). En diez años, por ejemplo, he conocido a muchos autores que han condicionado mi literatura. Largas y maratónicas lecturas me han llevado del Renacimiento Español al Modernismo, del Surrealismo a la Novela Social, del Realismo Mágico al Realismo Sucio, de la literatura Existencial a la Vanguardia Contemporánea, etcétera y etcétera. Muchísimos libros han pasado por mis manos, así como discos de bandas y solistas extraordinarios que aún me acompañan.
New Stuff: Arctic Monkeys, Keane, José González, Los Mojarras, Nouvelle Vague, The Killers, The Ting Tings, Zoé, etc.
Old Stuff: Babasonicos, Placebo, Radiohead, Robi Draco Rosa, The Cure, The Smiths, entre muchos de muchos.
En estos últimos diez años, descubrí que fui músico de circo, príncipe árabe, cocinero de la alta realeza francesa y pirata chino en alguna de mis vidas pasadas. Y si el 2012 no acaba con todo, según predicciones, en mi próxima vida seré narcopiloto de naves espaciales para contrabandear drogas nuevas y más duras en los confines alucinantes del vasto universo. Eso me emociona. Sobre todo por los nombres de las drogas: Polvo de Estrella, Adromeina, Jupitecstasy, Honguito Lunar, Agujero Negro, Piedra Marciana, etcétera, etcétera.
Lo especial de estos diez años, es que le permiten a uno reinventarse. Asimilar lo aprendido y volver a jugar con fuego, si el dios malabarista de la historia lo permite. Entre esas reinvenciones puedo mencionar que la poesía, como siempre, me volvió a dar vida en este cambio de ciclo. Ojo, no quiero cifrar a la poesía como una materia altiva y redentora pero, menciono esto, porque fueron diez años los que pasé sin publicar un libro y hace alrededor de 6 meses publiqué uno para volver y dejar la década atrás con furia y elegancia. Este año, 2010, vienen varios títulos personales y eso me entusiasma de ¡putamadre! Además, tuve una visión profética acerca de mi destino y en definitiva, lo que me encanta es escribir y por eso empecé a dejar basuratrashmierdas que me estaban truncando los versos y su estallido. La vida es aquí y ahora, no tiene caso prenderle fuego a la discordia y manejar el tumulto de rabia en pos de la infelicidad o felicidad colectiva. El mundo se está calentado, de a poco, y hay que hacer lo que se tiene que hacer con y sin ganas; pero mejor con ganitas y esfuerzo. El viaje es personal, decía Marré en alguno de sus versos.
Por el momento, tengo pocos proyectos, y no muchos como en otros años; que al final terminaban en solo propuestas y nada de obra. Con Vueltegato Editores estoy muy entusiasmado, tengo varias publicacaciones de autores internacionales y nacionales para este año (dentro de un par de semanas subo la página web para que vean la producción que se viene). También me tiene muy entusiasmado el nacimiento de una nueva editorial latinoamericana, Catafixia, donde publicaré un libro de poesía en el mes de Marzo. Entre otras cosas, estoy muy contento con este cambio de actitud colectiva y personal. Creo que cuando uno cambia la percepción de las cosas, éstas en definitiva cambian o se llenan de ésa nueva vibra personal que sólo a uno lo rodea; aura amigable, le dice una amiga.
Lo que quiero decir, y que también lo digo en uno de los libros que publicaré en este año, es que una cosa lleva a la otra. Por ejemplo, este año retomé muchas costumbres y pasiones que había dado por perdidas en los últimos diez años. ¡Y créanme, qué bien se siente retomar al toro por los cuernos de poco a poco! ¡Y bailar mambo o marimba con él, mientras quiere persuadirte y comerte vivo... es lo más exquisito del asunto!
Si bien la década empieza, también toca asumir nuevos riesgos y reconstruir las armas para defenderse del lado salvaje del mundo. Por mi parte, estoy alucinado con este nuevo renacer indeleble, con esta furia hijueputa, con este sazón ubérrimo.
¡¿Qué talito?! Hasta se sienten los temblores con el lujo de palabras que regresan a mi idiolecto en esta nueva década. Tsunami Poético, Verso Atómico, Temblor Esdrújulo. Aunque hablar de catástrofes no sea muy correcto en estos meses, pido las disculpas: ¡Latinoamérica Unite!
Regresando al asunto de las décadas, a ver, diez cosas fantásticas de mis últimos diez años que recuerde fácilmente, sin importar el orden:
1. Faso, mi perro.
2. Charly García y Fito Páez en Guatemala.
3. Hablar de literatura por horas y ordenar libros con Don Fermín, el dueño de una librería antiquísima en Calle Libreros, Madrid. Días después, leer Ciudad Amarilla de Julio Manegat, uno de los libros que me regaló Don Fermín, rodeado de catalanes que hablaban raro en un bar punk de Barcelona, con The Clash sonando de fondo.
4. Dos arcoiris completos sobre el Océano Pacífico al lado de Elizabeth, mi novia.
5. Soledadbrother, de Javier Payeras.
6. Conocer el Lago Bromo, cerca de Montreal. Luego cruzar la frontera y viajar por la costa Noreste de Estados Unidos, comer muchísima langosta y probar el agua de un mar frío.
5. Soledadbrother, de Javier Payeras.
6. Conocer el Lago Bromo, cerca de Montreal. Luego cruzar la frontera y viajar por la costa Noreste de Estados Unidos, comer muchísima langosta y probar el agua de un mar frío.
7. Ulises, se James Joyce y El Proceso, de Franz Kafka en el mismo mes.
8. Las Leónidas frente al mar en el 2002.
9. Cruzar Centro América para ver a Depeche Mode en Costa Rica.
10. In Rainbows, de Radiohead.
Podría seguir, se los juro, pero dejémoslo en diez porque la mente empieza a aflorar recuerdos y hay filos intensos que ni la literatura, ni el lenguaje, ni el afecto, son capaces de describir y entender. Además, no quiero pleitos colaterales.
Ahora, no queda más que jugarse la próxima década: ¡y salud!
8. Las Leónidas frente al mar en el 2002.
9. Cruzar Centro América para ver a Depeche Mode en Costa Rica.
10. In Rainbows, de Radiohead.
Podría seguir, se los juro, pero dejémoslo en diez porque la mente empieza a aflorar recuerdos y hay filos intensos que ni la literatura, ni el lenguaje, ni el afecto, son capaces de describir y entender. Además, no quiero pleitos colaterales.
Ahora, no queda más que jugarse la próxima década: ¡y salud!