A Personaje lo conozco desde que trabajamos juntos en una agencia de publicidad. Áquel era creativo, y yo recién empezaba como copy cuando se acercó un día y me dijo que íbamos a ser compadres de la vida. De ésos años sólo recuerdo incesantes borracheras, madrugadas de oficina con coca, ejecutivas guapas, clientes finos, horas de almuerzo con mozote y a veces, sólo a veces, una que otra exposición de algún diseñador que trabajaba para la agencia. Ya lo pasado pasado, dice la canción; pero hace un par de semanas me encontré con Personaje frente a una obra de Darío Escobar en una muestra de arte objeto. Tenía unos buenos años de no verlo. El tipo ni me reconoció, andaba bien pedo y tenía unas ojeras marca-la-vida-no-es-gamuza-y-no-me-trata-bien. Yo me hice a un lado, el hijueputa casi me bota el vino encima. Ahh, Personaje más mula, pensé. Puro personaje de ésos que van y vienen por la vida. Puro personaje de esos que en las licas de cine chapín no tienen nada que decir, puro actor de reparto, pura calamidad extra pensé. Al cabo de un rato, el Personaje se desvaneció entre la chusma artística y pude ver cómo de a poco, mientras cruzaba el umbral de la puerta de la galería, dejaba de ser Personaje para convertirse en Don Nadie el tal fulano. Un sentimiento perspicaz, sabiondo, me inundó de paz. Hasta una galerista conocida y guapa, con una sonrisa, me alcanzó una copa de tinto y me empezó a hablar.
Ahh, 'zamara tan loca y tan mundana pensé, mientras me tomaba el tinto, brindaba con ella y le ponía coco a la obra de Benvenuto y Marré.
Ahh, 'zamara tan loca y tan mundana pensé, mientras me tomaba el tinto, brindaba con ella y le ponía coco a la obra de Benvenuto y Marré.