martes, 29 de abril de 2008

¡Sin Casaca, chavo!

Esta parcela de argumentos empacados al vacío, este ir y venir diurno en las atrocidades del exceso. Este compartir con gente nocturna, este diván de nostalgias en la punta de la melancolía. Esta sensación de abandono en el último vagón de la wagoneer y en la pasta más dura de los libros de la cabecera.




La semana pasada, precisamente El Día Internacional del Libro, estaba haciendo pruebas con el nuevo equipo de sonido de 5.1 canales del bar de una amiga; cuando aparecieron unos compadres músicos con ganas de tomarse unas frías y pasar un buen rato. Pidieron sus frías, encendimos cigarros y platicamos de The Kinks, el nuevo disco de Bohemia, los pocos pelos de la Britney, los clavos de Fela Kuti, del concierto del Profeta, los 10 años de Gerardi, el Premio de Juan Gelman, el último librín de Javier Payeras, los abanicos de Locomía, la siempre e irrefutable cerveza Gallo y el exquisito Jack Daniel’s.

Casi al final de la noche, me escapé para pasar dejándole un sub de pollo a mi nena al Hospital Roosevelt –allí trabaja cómo residente en la Maternidad, y otros días en Alto Riesgo–. Ella, por el contrario, estaba preocupada por el “Niño Siete”, un bebé a quien le estuvo aplicando diálisis los últimos días sin la mayor esperanza de que viviría (hoy dieron de alta al niño, el bebé está bien, !qué buena noticia!). El hospital, claro, todo un caos. Y ése día pensé mucho en la realidad de la salud pública nacional, ¡uff, qué tema! Así entre pláticas de diálisis, chikensubs y besos con sabor a Fanta Naranja estuvimos un buen rato y luego desaparecí entre las calles mugrientas que colindan con el Mercado El Guarda. Regresé al bar después de una llamada, y por último terminé bebiendo whisky en la barra junto a Elías Jiménez, conocido cineasta guatemalteco por su películas "La Casa de Enfrente" y "VIP, La Otra Casa". Entre pláticas diversas me contó acerca de muchos proyectos y en especial sobre un libro de micro relatos que le había entusiasmado muchísimo. Le expresé sobre mi interés por el librín y me dijo que me lo iba a pasar, aún lo sigo esperando. Al respecto de los micro relatos le comenté que la otra semana (mañana miércoles 30 de Abril) sería la presentación del libro Sin Casaca, una antología recopilatoria de relatos cortos que parte de la genial idea del ilustrado y prolífico poeta-broder Sir Alan Mills –más conocido cómo Balam Mills, o el Talibán del Amor–, que también tuvo a su cargo la edición de "Versolaris", un librito recopilatorio de poesía guatemalteca actual con sus respectivas lecturas-en-carambola programadas. Para esta edición de Sin Casaca, se recopiló el trabajo de 28 escritores para que escribiesen una anécdota que rescatara la tradición oral en la literatura actual y la transformaran en un relato corto, con todo y su tushte, su morbo, su verborrea delicada y su desliz inmediato. Chéquense la primicia de entrevista en el blog de otro compadre, Fe De Rata. En el libro hay 28 relatos por cada escritor; yo, sin querer queriendo (cómo diría el Chavo del 8) participo con dos relatos. ¡Qué talito!

Les juro que no hice ningún favor sexual, ni mucho menos una travesura dionisíaca con el personal femenino del Centro Cultural de España, o algún acto ilícito bajo drogas de diseño con los editores en una fiesta clandestina para asegurarme un doble play en el libro. "Se ve que te quieren", me dijo una amiga. Eso no lo sé. Pero lo que sí sé, es que va a estar divertida la cosa. Besides, que hay una fiesta de unos compadres que tocan música fina; y al otro día, para colmo de los rockanroles: Día Internacional del Trabajo, que implica feriado total. So, pari oi de taim-pari oi de taim, dijo Eddie Murphy.


La cita es mañana en el bar Las Cien Puertas desde las 7PM, y va a estar sabrosona la cosa. Más sabrosón que un pan con chile relleno. Así sin casaca, pues.


(Curiosamente, el día que andaba con Elías terminé en ciertos bares de la buena madrugada y me dio por escribir un relatito corto al respecto. Pero eso lo dejo para otro posting-blogger-lover. Con todo y video.)