miércoles, 8 de agosto de 2007

De votar, vetar y batear

Entre migrañas políticas por eso de las prontas Elecciones Guatemala 2007, un dolorcito de espalda por el ajetreo-pixeleo frente al computador y una sonrisa desdibujada por la austera genialidad de Los Simpsons en pantalla gigante; me dispongo a preparar un documento rígido, tenaz y excepcional que definirá mi destino a corto y mediano plazo. El documento está enlazado a la capacidad retórica que tenga de convencer a un mínimo de individuos (dos personas que conozco o con las que me he relacionado en el medio artístico) en un panel o entrevista el día de mañana. Por otro lado, el documento no debe ser por lo contrario, una herramienta fútil que a manera de elocuencias distintivas y estilismos rococós trate de intimidar a las partes restantes en acción. Tanto así, que al final del acto, quede yo cómo brutal exponente, anclado a una reciprocidad inmediata que subestime mi valor, mi capacidad y mi autonomía cómo posible candidato al puesto que debo y quiero cumplir.

Por la veracidad/tenacidad con la que debo asumir tal hazaña, me instalo frente al teclado y empiezo a teclear una pequeña biografía que describe o sintetiza mis raíces, mis conocimientos, mis ideales, mis propósitos, mis triunfos, mis flaquezas. Me acomodo frente a la pantalla de alta resolución del monitor, observo los colorcitos e irreductiblemente pienso en que trazar Planes efectivos de Gobierno no es escribir poemitas cursis –o efectivos– para la novia. Y que es, en todo caso, una síntesis proyectiva y necesaria que toma su tiempo, su delicadeza. Su análisis, su investigación, su criterio. Su escuela, su maña, su punch. Su compromiso.

Por lo mismo, me parece de suma importancia en que todo ciudadano participe en el enaltecimiento real sobre el destino del País. Y esto, claro, lo haga de una sola manera: VOTANDO.

¿Por qué será que hasta el más ínfimo y superior ente de la estructura social, está plenamente armado? Armado de una única munición vital que defiende los intereses displicentes de un país que paradójicamente se levanta de un gateo o serpenteo voluntario. Por eso, hay que alzar el dedotinta y no impedir que nuestra decisión sea vetada por la indiferencia o por alguien más. ¡¿Por qué subyugado e intolerable motivo prefieren algunos, ése día de votaciones, quedarse haciendo la manicura en el Spa en vez de reaccionar con un voto?! ¿Durmiendo en la trinchera del olvido? ¿Jugando al sublime deportío nacional, el fútbol, que le heredarán con creces a sus hijos en vez de libros? ¡¿O chupándose los prefijos de intelecto en la cantina de la esquina?! ¿O alimentando al despreciable ocio, que no es más que una irresponsabilidad cívica vestida de tibia, miserable y cordial comodidad?


El asunto es que todo voto es un espejo de nuestros compromisos con El Estado. Por lo mismo, el voto merece un análisis consciente y no deliberado sobre lo que queremos para nosotros mismos, cómo participantes del proceso electoral. Algo que me recuerda a Aristóteles, “El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona”. Con respecto a eso, se despejan dos o tres factores que me provocan muchas interrogantes. Interrogantes que he escuchado continuamente en pláticas cercanas. ¿Voto por oposición, o voto nulo?

Bueno, eso depende de lo que queramos decir con el voto. Votar por oposición es un voto fácil, despechado, infeliz; claro, cuando no hay un candidato que nos mueva el tapete o la billetera. Pero también recordemos que un Voto Nulo, a mi parecer (y también al parecer de la signorina ésa de La Historia) es sumamente representativo; ya que representa toda deslegitimación del sistema electoral o político que tengamos enfrente. Protesta, pues. Protesta individual que puede masificarse a territorios sumamente tangibles. Pero si no votás, entonces asumí tu decisión. Pero asumíla bien, y ¡hacete sho después!


Pero no olvidemos que también existe el Voto en Blanco, opción para algunos mucho más representativa y determinante. Opción que muchos confunden y vinculan con la Abstención; pero que en el mayor de los casos, es sin dudas más visible. Más visible que las buenas intenciones sin hurto hacia el corazón patrio.

Por eso y por todo, cada voto es necesario e irrebatible.

Pero recordá que no es lo mismo que votés en blanco, a que te pongás blanco de tanto ver a la Lindsay Lohan desintoxicarse en la tele. Osea vaaa, ¡¡Barry Bonds ya bateó 757 pijazos, pues!!