lunes, 5 de febrero de 2018

FEBRERO torpe y febril



I

Irrumpimos en la vida
como diamantes en bruto
que tiempo después beben vino,
piensan en galaxias lejanas y
atesoran sonrisas en bolsas de abrigos
junto a camisas raídas que cuelgan de un clóset.

Malgastamos instantes
en noches febriles, y mañanas,
que tal vez no existan mañana.

Contenemos palabras como pianos efervescentes.
Nos despertamos solitarios a media cama.
Encendemos la luz y rápidamente nos despedimos del sueño.

Salimos a la calle
a buscar respuestas,
y encontramos preguntas.
Nadie responde nada.
Así que volvemos a casa
y arrastramos un centellar de colillas frustradas con nosotros.

Escribimos testamentos.
Parpadeamos después de buenas estrellas
e irrumpimos felices en la caverna tibia de los dulces sueños.

Hasta nuevo aviso,
nos vamos desvistiendo
y volvemos a beber vino como brutos, pero sin diamantes ni excesos.



II

Vive el presente.
Planea ternura en tu futuro.
Perdona y aprende del pasado.



III

Son las casi tres de la mañana.
Acabo de lanzarme una noche maratónica
de cinco películas hasta entumecerme de melancolía.

Darren Aronofsky.
Drake Doremus.
Richard Curtis.
Chris Evans.
Y una chick flick
que no recuerdo
porque me estaba
quedando dormido.

Salgo al balcón.
Fumo un cigarro.
La ausencia de guaro
me distrae y me pongo
a descuartizar imposibles.
«Me iré a dormir, ¡carajo!».
Más tarde me espera la cuarta temporada
de Bojack Horseman con más nachos y doble queso.



IV

Abrí otra botella de vino
y en mi cabeza me fui a dar vueltas en bici.
Afuera el karaoke estaba insoportable.
Es una lástima que el Internet esté tan lento en casa.
Podría descargar la biografía de Proust y leérmela de corrido.



V

Entonces me olvidé de Twitter. Me puse a vivir, a morderle los labios rotos a la vida y, después de un tiempo, me puse a escribir. Desmantelé las paredes de todos mis silencios, incendié las libreras del cielo y pataleé buenas páginas. Aquí estoy, distante y etéreo, como una Fénix luminiscente y salvaje. Pero con libro nuevo.