viernes, 19 de agosto de 2016

POLAROID de una fiesta electrónica

If you're alone nothing bad can happen to you.
Breat Easton Ellis



Me fui a bailar
a un antro donde nunca pago al entrar.
Me conocen. Saben quien soy.
Me tienen en su lista VIP y no sé por qué.

Entro,
pido un gin tonic, luego una cerveza clara
y me meto entre la nube de humo a bailar.

Después de un rato de estar ahí bailando
conozco a Mariela. 25 años y corazón roto.
Se acercó.
No me di cuenta.
Me dijo que había leído algunas cosas mías
y que le gustaba el punk de los setentas, Kontra y Drake.

Tenía un tatuaje lindo de Descendents en el brazo
que le acaricié varias veces
y para no prolongar el deseo
nos fuimos a besar a un rincón con muchas ganas.

Después de besarnos
volteó su cabeza,
vio a todas partes
y me bajó la bragueta
con torpeza y dedos nerviosos.
Estaba oscuro. Eran las casi doce.
Yo estaba duro.

Mariela tenía unos botines negros
y un short minúsculo color verde
sobre las medias semirotas.
Eso me excitó mucho.
Siempre he sido un hombre de piernas
y sus piernas se veían bien.
Delgadas. Firmes. Coquetas.

Mientras me lamía con ganas
yo pensaba en su parecido con Mila Kunis
y en el guardia que estaba a quince metros.
El tipo nos vio pero no movió un dedo.

Después de un rato de chuparme
y apretarme contra un arbusto
se puso de pie abruptamente
y me dijo que Manuel, su ex novio,
le había regalado un libro mío
que no le gustó mucho
pero que le había intrigado.
Su ex novio, nuestro cupido,
era cantante de una banda que conozco.

Mierda, pensé.
Conozco al chavo.
Pero no importó ni tampoco su aliento a vodka.

Le dije que nos fuéramos a mi apartamento
a seguirla en serio pero no quiso.
Tenía que regresar temprano.
Mariela vive con sus papás que después de las doce la controlan mucho.
Le entró un mensajito de texto, me sonrió y lo respondió con prisa.

Entonces fuimos por dos cervezas
y nos sentamos a conversar sobre Manuel, los Babyshambles y Trainspotting.

Me mostró su tatuaje inocente debajo del ombligo:
un detalle del Dookie de Green Day del 94.
Me dijo que ese año nació
y que en septiembre iba a cumplir 23 años.
Se sonrojó por la mentira y le di un buen beso.

Mientras la besaba con ganas
le agarré las nalgas y le dije que tenía buen culo.
Sonrió de nuevo. Me dijo "es tuyo cuando me desvistás".


Hablamos nimiedades, brindamos por Joe Strummer,
reímos mucho y nos besamos con ganas y mucha lengua.


Luego me dijo que se iba a casa
porque su mamá la estaba texteando.
Salimos al parqueo
y pude disfrutar su caminado.
Hay mujeres que caminan espectacular
y hay otras que ni saben que caminan.
Me volvió a excitar su short
y quise arrancárselo.
Por debajo de mi pantalón
tenía una erección
que llegaba de África a Groenlandia.


La acompañé al carro
y me dio dos besos,
uno delicioso en la boca y otro tierno en la mejilla.
Intercambiamos números y nos añadimos en Facebook.
La apreté contra el carro
sosteniéndola de sus caderas
y pude sentir como sus pezones se ponían duros como cerezas.
Tenía pechos pequeños, aliento a vodka y una tristeza en los ojos
que sencillamente me enamoró en seguida.


Me dijo nos vemos el domingo
porque mañana no puedo.
Yo encendí un cigarro
y la vi marcharse en su Picanto rojo.


Regresé a bailar y platiqué con Alan.
Alan me dijo que le gustaba el techno.

Lo invité a una cerveza,
platicamos de Sven Väth, Marco Carola y me largué.


Al llegar a casa me masturbé dos veces
con la imagen de Mariela gimiendo lento.

Abracé la almohada, me volví a poner duro
y después de muchos meses dormí feliz como un bebé.