jueves, 23 de enero de 2014

ESCRIBO...

Escribo, sí, porque se me da la gana. Porque no tengo otra alternativa. Porque mi canto, fugaz y estrepitoso como el de Rimbaud, resuena intensamente cada vez que abro la boca. Escribo, sí, porque la geografía del lenguaje es mi última frontera. Porque cada palabra es abrigo, y, también, una inmensa y exquisita soledad.