lunes, 29 de abril de 2013

LOS LIBROS

*

Inicio del cuento.

Dos libros se conocen en la calle, se presentan el uno al otro, se leen los índices, los subtítulos, el renglón. Se atraen inmediatamente, y sin tanto trámite, caminan a párrafo abierto rumbo a un bar, donde piden varias rondas de tequila y conversan largo y tendido sobre Pedagogía, Naturalismo Alemán y Cambios Climáticos. Irremediablemente, entre sendas verborreas etílicas, terminan desparramados en un motel horas después de conocerse. Ahí se meten mano, se palpan los lomos, se sudan la tinta, y todo lo demás, eso que no está escrito en el prólogo, es sólo un punto y aparte.

Empiezan a salir frecuentemente y suele vérseles en ferias internacionales y en presentaciones junto a otros libros, menos conocidos, vistiendo sus mejores solapas de portada y encuadernados con hilo recubierto en plata, tipo caballete. Para amortiguar el terror de la “página en blanco”, deciden planear un final feliz, y después de algunos meses, terminan por mudarse juntos, a doble espacio, a la pequeña biblioteca del más joven, donde la pasan leyéndose y releyéndose por horas hasta que el amanecer les devuelve el fulgor de sus páginas. Ya en su nueva morada cuelgan cuadros de autores famosos, compran lámparas de lectura, y uno de los dos, el más vendido, engancha una librera más grande en un condominio exclusivo con el pago de la séptima edición de la editorial que lo publica.

Así, se la pasan felices entre pláticas de antropología comparada, historia china, arqueología sumeria, pedagogía canadiense y literatura policial centroamericana. No está de más decir que siempre hay buena plática en la nueva librera, y cuando hay algún motivo para una fogosa discusión o un conflicto bibliográfico, alguno de los dos, siempre encuentra el epígrafe perfecto, o el anexo preciso, que los devuelva al pie de página de los comienzos.


Regularmente los viernes, después de las mesas de lectura y los talleres literarios, invitan a varios amigos a casa, y el grupo, siempre variado y ameno (Poesía Joven, Sexología, Novela Erótica, Ilustrados para colorear, Plaquetes Contemporáneos, uno que otro Cartonero, nuevos Bestsellers) es bien recibido con fiestas memorables que son atentidas por libros de Enología, Gastronomía Francesa y Fusión Molecular Mexicana. En sí, a los dos libros les va muy bien. Los fines de semana, por ejemplo, miran películas adaptadas de algún libro ruso del siglo diescinueve, y es grato, verlos cocinar largas historias en la churrasquera del jardín, mientras se cuentan finales de otros libros y se recitan uno a uno los sinónimos de la palabra «chancleta», «felpudo» o «cachondeo».

Están tan felices, que hasta decidieron adoptar una mascota, de nombre Funes, en honor a Jorge Luis Borges: un tierno separador Texcote 12 con mirada full color de apenas dos semanas de impreso y recubrimiento UV mate. Todo lo que una pareja de libros, jóvenes y exitosos, podría tener.


Así, pasan los años y después de un tiempo llega la tragedia, el horror, el suspenso.

Terminan por conocerse los finales, y cada rincón oscuro de sus premeditados personajes, les parece la peor broma repetida hasta el cansancio. Ahondar en sus diferencias es ahora lo que más les duele. El que uno de los lleve puestos Bond Beige 90 gramos, es suficiente para que el que viste Bond Blanco 80 se sienta inútil, vacío, opaco. No está de más hablar de los tamaños, las tintas, el grosor, el tiraje. Cualquier cosa es motivo para que empiece el largo retorno a la soledad solapada de desdicha, y el silencio, ese vertiginoso enemigo, termine por humedecerles el poco calor que los habita.

 Poco a poco, dejan de leerse a entrelíneas y hasta sus diagramaciones les parecen hostiles, incómodas y extenuantes entre ellos. Terminan por perder a Funes en una feria municipal, y una mañana, de junio o julio, bajo un torrencial aguacero, lo encuentran arrugadito en la esquina de una librera de dos amigos, todo moribundo, desteñido y mojado. Esto es el inicio de una serie de dramas griegos que empiezan a apolillar la relación hasta una muerte irreductible.


Así empiezan las infidelidades mutuas con libros mucho más jóvenes y más atractivos: Poesía erótica tailandesa, Haikús pop newyorkinos, Novela policial argentina, Nuevos debates sobre Deleuze, Derrida y Guattari. Incluso revistas de moda, arte y cultura. También folletos de mercadeo, encuadernados de pasta suave y hasta agendas de las que regalan las Aseguradoras. En fin, una lista interminable de encuentros casuales y otros más prolongados que hacen de la relación un infierno dantesco. Al punto que no se pueden ni encontrar en la cocina, porque eso provoca discusiones que van desde evangelismo nuevopresbiteriano, literatura light, hasta notas editoriales de periodiquillos de centros comerciales. Se lanzan prejuicios, odios, intolerancias. Lo que fue una librera rodeada de las mejores tintas, es ahora un cementerio de páginas gastadas y tristemente tenebrosas.


Con el tiempo, hacen una tregua y deciden inyectarse un poco de tolerancia con frasecitas de superación, al mismo tiempo que asisten a sesiones de poesía erótica, lecturas de manuales postraumáticos, terapias con papel y talleres de encuadernado artesanal rústico. Nada. Ya todo está dicho, hecho y viceversa. No hay nada que los salve del terror de la convivencia, forzosamente diaria. La librera es sólo polvo, maldito polvo que todo lo cubre y deteriora.

Por eso no es de esperarse, que al cabo de algunos años, terminen desolados en alguna esquina de una librera, abiertos y vulnerables, mirando el horizonte de las páginas del pasado, y queriendo encontrar algún poema de Sabines, Neruda o Juarroz, que los salve del extenuante maremoto de la distancia y el olvido.

Lo que da pena, es dejarlos ahí, tirados, y verlos llorar tipografías hasta que se les acaben las páginas y el papel se vuelva un aullido, y todo lo que fue un cuento de hadas, termine por convertirse en un manual de recursos humanos, un diccionario de abreviaturas o un folleto de efemérides de hace tan sólo cinco años.

Fin del cuento.





*
Un libro es un hallazgo de que la felicidad existe.


Te regalo un libro para que duermas a tus demonios, o los inspires a levantarse abruptamente.


En los libros encontrarás alivio, ruido, inundación y maremoto. También encontrarás horror, duelo y silencio. También encontrarás vacío, y muchas, muchas veces: también estupideces.


Mi objeto favorito del deseo: Un libro abierto.


Si los libros fueran tatuajes, quiero tener a Kerouac en el pectoral izquierdo y a Pizarnik descolorida en la entrepierna.


Cada libro es un viaje del que se regresa menos cuerdo.


Mi sueño más pesado: Una libra de libros conversando entre ellos.


No hay libro que por bien no venga.
 



Te desvestiré el lomo, acariciaré todos tus pies de página, lameré todas tus estrofas.


Te abriré las piernas como si fueras un libro: Rápido y sin que te des cuenta.


Uno de esos deseos tontos: Tener otra vida para leer los libros que no he leído.


La lectura es un asombro. El asombro, una maravilla.


He vivido más drama con personas, que locura con cientos de libros.


Mis personas favoritas: Las que ven la lectura como un juego, no como un pasatiempo.


Desconfía de los cineastas que no leen.


Desconfía de los escritores que no leen.

No creas todo lo que lees.


Mi libro favorito es el que aún no he leído.


Leer es para contorsionistas de la memoria.


Sabio no es el que más lee, si no el que sabe avanzar con lo leído.


La lectura es al soñador, lo que el sueño es al olvido.


Un libro hecho con Tweets diarios es la mejor excusa para estirar el tiempo.


Cambio la imagen de una pistola en mi cabeza por la de un libro como almohada.


Este país no necesita más lectura. Necesita menos idiotas a cargo del gobierno.
Regularmente escribo lo que me gustaría leer.


Lanzar una piedra al fondo de un río es como zurcar los territorios invisibles de toda la literatura.


Hagamos el amor y hagámonos un libro.


He leído tantos libros como lunares en tu cadera.


No quiero un Like, quiero que compres mis libros.


La literatura me salvó de la rabia y del enemigo del olvido.


Si un libro no es agujero negro y nebulosa al mismo tiempo, no sirve de nada.


Todo libro debe rasgarte un poco.


Un libro vuelve a respirar cuando lo compartes.


Funciones alternativas de un libro: Almohada, sueño y cobijo.

 

*
Hace unos días me hicieron esta entrevista por el Día Internacional del Libro. Lo mejor de ese día, la verdad, fue celebrarlo junto a varios chicos y chicas de un colegio mientras 'tallereábamos' y conversábamos sobre libros, redes sociales y baloncesto. Pero bueno, no tomé fotos de ese día. Entonces les comparto la entrevista.


E: ¿El primer libro que leíste?
P: No recuerdo el primero, pero tengo presente París era una fiesta de Hemingway y Espejo de Lida Sal de Asturias. Y claro, El Principito de Exupery.

¿Y de poesía, alguno que recordés?
Residencia en la tierra de Neruda y uno de Teillier.

¿Qué has leído más, poesía o narrativa?
He leído más poesía, pero me entusiasma mucho más leer una buena novela o un buen puñado de cuentos. La poesía es para los intermedios entre la lectura de novela y cuentos.

¿Qué autores de cuentos te gustan?
Chéjov, Poe, Bradbury, Carver. También Bolaño, Monterroso, Arlt, Borges y Cortázar.

¿Algún libro que te haya cambiado la vida?
Hmmm, creo que todo libro te cambia un poco la vida porque de alguna manera le van añadiendo sazón a tu presente, no sé. Pero aún así, le tengo cariño a Trópico de Capricornio de Miller, La ley de la ferocidad de Pablo Ramos y Mujeres de Bukowski. Hay una gran lista, pero creo que me quedaría con estos tres, fueron importantes en su momento.

¿Cuál libro le regalarías a una mujer si la ves en la calle?
El Principito o cualquier libro de Kundera, Pizarnik o Cortázar. Aunque sabés qué, también le regalaría cualquier libro de literatura nacional para que se actualice.

¿Alguno nacional que recomendés?
Hay muchos. Desde los siempre eternos: El tiempo principia en Xibalbá de Luis de Lión y Cárcel de árboles de Rodrigo Rey Rosa, hasta los contemporáneos de Javier Payeras, Arnoldo Gálvez, Eduardo Juárez, Rafael Romero o cualquiera de Vueltegato o Catafixia. Pero cómo hay prisa por leer rápido, le recomiendo a todo el mundo que lean La oveja negra y otros cuentos de Monterroso o que se la pasen leyendo Twitter.

¿Un libro que haya influenciado en tu escritura?
Creo que todo libro te influye, pero te podría decir, así conscientemente, que Altazor de Huidobro y Trilce de Vallejo son libros que dejaron su huella en mis primeros textos, me imagino que por su versatilidad sonora en el uso del castellano. Por otro lado, todos los libros que he leído de autores beat (Kerouac, Ginsberg, Burroughs, Ferlinghetti, Corso, Cassidy) me provocaron 'algo'. Más adelante, creo que Foster Wallace, Easton Ellis y Murakami me calaron fuerte, pero más Ryu que Haruki. También tuve una fascinación casi obsesiva con María Panero en poesía y Auster en narrativa en algún momento. No sé. Creo que todo autor te influye definitivamente, podríamos pasar horas en esta pregunta.

¿Un libro que no te haya gustado?
No recuerdo (risas). Ahhh, ya sé, uno de Chopra y la mayoría de aquellos que leés en el colegio. Qué triste que todavía se sigan leyendo los mismos pinches libros (Flavio Herrera, Rodríguez Macal, Pepe Milla, etc). Habría que actualizar sistemáticamente el pénsum educativo. Pero bueno, en eso estamos, es cuestión de perseverancia, rigor y mucha paciencia.

¿Cuáles libros propondrías para este cambio de pénsum?
Los mismos de hace 2 preguntas. Todos contemporáneos, para refrescar el panorama con referentes inmediatos a la realidad-lectura del país. A lo que voy, es no leer ese modernismo costumbrista. Estamos en el siglo veintiuno. Hay música gratis, violencia desmesurada, porno en internet, redes sociales.

¿Tu libro de cabecera?
No tengo cabecera, pero diría que El Proceso de Kafka o el Ulises de Joyce.

¿El libro que más has leído?
Varios. Ahora recuerdo Rayuela de Cortázar, El libro de arena de Borges y ¡Qué viva la música! de Caicedo, que es super guapachoso.

¿Algún libro sobre música que recomendés?
Música electrónica para dummies (risas). Nah, son bromas, hace unos días vi uno de posters hechos para conciertos de bandas indie pero no apunté el nombre. Me pareció hermoso. Luego averiguo el nombre.

¿Y de diseño?
No he visto últimamente, pero siempre es bueno ver algo de pinturas como Basquiat o Miró.

¿Alguna autobiografía que recomendés?
Ninguna. Aunque No one here gets out alive de Jim Morrison vale la pena, al igual que el documental que narra Johnny Deep.

¿El libro que todos deben de leer?
Uf, difícil. Pero te diría que el Tao-Te Ching es universal. Como guatemaltecos, el Popol Wuj y la Patria del Criollo.

¿Qué libro estás leyendo ahora?
Varios publicados y otros por publicar.

¿Cuáles?
Publicados: Viaje al fin de la noche de Céline y El Elegido de Rafael Romero. Inéditos: uno de cuentos de Tania Hernández y otro de poesía de Javier Payeras que publicaremos pronto en la editorial. Ambos está en edición.

¿Cuál libro recomendás de tu editorial?
¡Todos! (risas). Es en serio.

¿Dónde los pueden conseguir?
En librerías de Guatemala o que nos busquen en Facebook.

Eso es todo. Muchas gracias por tu tiempo.
A vos por ponerme a pensar en libros y ponerme melancólico.

(risas) Nah.
En serio, buena onda. Toda melancolía es buena a esta edad, jaja.

 

*
esto que ves
no es un libro
no es una ley
no es un invento
soy sólo fórmulas
para descifrar el vasto tiempo
soy sólo un cuaderno
abierto para dibujos de ciego

soy sólo sombras
oscurecidas por el lenguaje del silencio


*
los abriles pasan
y las nubes se extinguen como espuma
de algún mar que no regresa nunca
a los veinte quieres tener dinero
talento y viajar por el mundo
junto a un puñado de libros
que hablen de la embriaguez de los veranos
las páginas se llenan
de ruido, estúpidos souvenirs y orgamos múltiples
sales a la calle a ser el dueño del día
compras tabaco, comida rápida y latas de cerveza
llega la resaca detrás de la noche
y eres un rimero de sueños desparramados
melancolías tenues
pantanos en la memoria
recién cumplidos veinticinco años
te vas a dormir sin sueño
mordiéndole las nalgas a una mujer
que quiere ser tuya
sacas la basura al patio
y despiertas en la esquina de los treinta
con una verborrea de canas que nadie entiende
quieres acariciar a la hija del vecino
sacar a la mascota del encierro de su jaula
acampar al aire abierto
ver las estrellas desde cualquier rincón seguro
soñar que alguna vez fuiste famoso
mientras te duelen los cuarenta y quieres
hacer de una vez por todas
aquella rutina de ejercicios
que te prometiste cuando eras joven y leías libros
que hablaban del estruendo del granizo y el trópico
antes de que te alcancen los cincuenta
sobre casas extranjeras
las nubes se extinguen
como fumarolas benevolentes en la azotea
y los libros pasan a ser almohadas: para un mejor sueño




SOUNDTRACK:
James Blake (Coachella 2013)
The Strokes (Comedown Machine completo)