lunes, 4 de octubre de 2010

[anotaciones octubrianas]

Cúmulo de recuerdos. Calles sombrías. Necesidades torpes. La vida es un poema y los parabrisas del automóvil tienen la sospecha de que serán usados hasta nuevo aviso. Este invierno trajo mucho llanto, mucha decepción, mucho dolor. Tengo 25 libros empacados que poco a poco empezaré a desempacar para leer. Octubre es un mes de lectura al aire libre, al igual que el delicioso Noviembre. Desempacaré mis bufandas. Haré malabares con la felicidad que respiro en el aire. Haré apuntes indefinidos, bosquejos de varios libros que tengo entre manos. El fin de semana que acaba de despedirse fue de días adversos y dolorosos. Cero escritura. Mil músicas en la cabeza. Millones de conversaciones que no son la que realmente me interesa. A veces somos doblemente estúpidos, quiero decir, muchas veces soy doblemente estúpido. Quizás los errores y los fracasos son un mapeo constante de los senderos que debemos de recorrer con la tinta. Viene Calamaro para cerrar el mes con broche de tinta roja: En algún lugar te encontraré.

Habría que salvarse. Es necesario escribir, me repito.

Octubre es un mes perfecto para abrir las ventanas de casa y dejar que respiren los rincones oscuros de la fatalidad. El amor es mi excusa perfecta. La literatura mi ciencia. Debo abrir, sin miedo, las carpetas donde guardo los libros de la editorial y empezar a revisarlos con frenesí. Son 12 los libros que me esperan. Estoy ansioso. Lo haré por ti, querida, muchas de las cosas bellas que hago -e incluso las más tontas- las hago por ti. Voy corriendo al teléfono, un nuevo mensaje de texto, no me interesa; la tarde cae como un aeroplano translúcido y triste. Se ven pocas estrellas en la distancia. El horizonte es lejano. Como diría Páez en una canción, "tengo que correr... a toda velocidad". Abro y cierro Facebook con la intención de encontrar status actualizados. Quiero verte. Necesito verte. Abro y cierro Facebook sin saber qué buscar. Subo fotos. Puros pretextos. Escucho música nueva. La música siempre es testigo, un testigo escalofriante. Quizás los ciclos que se repiten en nuestras vidas son ejercicios para algo más sublime. Estoy listo para tu abrazo, poco a poco estaré realmente listo para tu abrazo.

Tengo que salvarme. Encontrar un trampolín emocional.

-Es necesario escribir, si -me repito mientras fumo un cigarro.


La noche avanza. Los días se disipan. Las multitudes sueñan y lo demás no importa. Debemos escribir una canción con frases-maquinita. ¿Acaso la vida no es un poema? Frío desde adentro. Anotaciones Octubrianas. La marea es lenta. Lento el verso, pau-sa-do-co-mo-las-bien-ve-ni-das. Octubre me saluda, con su dispersión silenciosa. Los libros se abren, se abre la vida, se cierra la muerte. Esta vez no me encerraré a escribir cartas que no pretendo enviar, como lo hizo alguna vez Teillier. Esta vez vaciaré a teclazos mis insomnios bajo el sol amarillo de la tarde, bajo el cielo azul de los fonemas. El poema duerme, si, allí, donde se despierta la curiosidad de los despertares y espero verte, querida, cuando despertemos de esta insípida nebulosa que nos ciega los asombros.