jueves, 26 de febrero de 2009

Pequeño Escrito con El General de Fondo

Te juro my Baby Baby, que este anochecer será distinto.


Nuestros cuerpos se arrinconarán al ritmo del reguetón y bailaremos estrellas fugaces, quizás constelaciones enteras, al ritmo de Daddy Yankee, Tego Calderón y Pimpinela. Tus brazos interceptarán mis noches más tristes y yo, aún erguido entre la monotonía del absurdo, te veré sonreír y me entregaré a tu fiel engranaje de caderas y pasitos sueltos sobre la cursi y sonora pista de baile. Y sí hay vino, pues beberemos vino. ¡Y sí a lo mejor hay agua mi reina, te lo juro que beberemos agüita pura pero con whisky barato! Agua salida del estanquito de las ganas, agua de mayo, mi agüita amarilla, agua pura que "salva vidas" mi Fueguito Amoroso, vos mi Reina Intrépida.

Ésa agua será el alfa de nuestros omegas, mami. Ya vas a ver cómo ésa agua nos inundará de puras bendiciones; que me oiga mi diosito lindo y querido, porque ésa agua será la cura de todos nuestros buenos males. Agua bendita, agua bonita, agüita rica vos mi mamasita. Los cenotes que están cerca del Petén, llenitos con ésa su agua Maya y pura, nos traerán de ida y vuelta desde el Inframundo de los mundos más adversos. Vos sabrás que ésa agua cura, y yo sabré oxigenarte con mi agua oxigenada de versitos al pie de la letra, letra muda, letra bailable; cómo la canción de El General aquella que suena y suena y suena.


Verás cómo poco a poco nos iremos palpando las manos en la misma pista de baile y los silencios serán exquisitos, tan exquisitos que se transformarán en tibias colmenas de deseo ardiendo por debajo de la ropa de paca, fiel migraña sabrosona que solo le rinde homenaje a la más pura gana vintage naciendo del deseo más perverso; te regalo este verso. Éste verso trae aroma a pino, sudorcito y cumbia. ¡Te lo juro por el mismísimo Cristo Negro de Esquipulas, que a mi ése ritmo de la cumbia no me gusta! Pero me gusta tu cuerpo, tus pies, tu estribillo en forma de exceso y tu rima más nocturna. También me gusta Vallejo, Payeras, las piernas de Elisa Prevot y las catapultas universales que renacen de la punta de los dedos o del tornillo más erecto del mismísimo mundo.


¡Vos sabés, Cosquillita Cósmica, que me movés el mundo cómo la mamá mueve la hamaca donde duerme el niño! También sabés, que vos y yo somos distintos; pero no tan distintos cómo Pinochet o Ríos Montt Junior. A la vez que sabés, que si somos dos puntos equidistantes en la profundidad del sueño, el psicoanálisis jungiano al final de cuentas nos valdrá arquetípicas madres.


¡Y por supuesto que sabés, que sí al final de la noche mientras coincidimos juntos sobre la pista de baile, mi reinita; tu y yo seremos uno mismo cómo Timbiriche, de aquí hasta Barberena, Cuilapa o Sumpango mi más querida y solemne mamasita!