El día de ayer organicé dos actividades que prometían una noche certera, una noche de copas, una noche loca al ritmo de Fidel Funes y José José. Primera actividad, una lectura. Segunda actividad, un concierto.
Para la primera actividad se me ocurrió, en conjunto con la Universidad del Valle de Guatemala, organizar una lectura y proyección de poesía junto a diez escritores y un artista visual. Entre los participantes de “Literaria” se encontraban: Luis Alejos, Ariel Alvarado, Juan Pablo Dardón, Lorena Flores-Moscoso, Astrid Lottmann, Alejandro Marré, Julio Serrano, Alejandro Torun y su servilleta. La actividad estaba ubicada dentro del Festival Arte Cultura de la UVG y se realizó en el Vestíbulo y Auditórium de dicha universidad. Entre la lluvia constante y las carreras de último minuto, decidimos presentar la actividad y empezar la lectura de poesía a ritmo serio y poco deslumbrador. Alejos rompió el silencio y leyó textos de su libro “A 7 Minutos del Cielo”. Luego prosiguió con algo de su próxima novela, que pronto se publicará en Libros Mínimos y cerró su lectura con un poema que si bien recuerdo, alguna otra vez lo escuché entre chelas y risas. Luego continuó Lorena con un relato que aparece en "Sin Casaca"; leyó algunos poemas con esa voz susurrante y frágil mientras Astrid se preparaba para leer textos sueltos de algún proyecto que tiene que ver con colores narrativos, y en el que pronto empezaré a trabajar en colaboración. Por último, Julio tomó el micrófono y con esa voz raspante y llena de presencia leyó unas prosas que causaron algunas risas y rompieron la mística seriedad de la noche. ¡Yeah, la velada empezaba a adquirir fuerza!
Hubo una pausa incómoda. Me levanté de mi asiento y me dirigí a los espectadores. Les sugerí que nos acompañaran a la segunda parte de “Literaria”: La proyección de los poemas audiovisuales en el Auditórium.
Entre pasos lentos y abrazos de último momento, me dirigí hacía el atrio del lugar y presenté a Ariel para que nos hablara un poco de sus poemas visuales. Ariel, tímido, nos habló de su proyecto "Encarnado" y le dio play a los poemas. El primero, de Miguel Miranda y creo también de Alejandro Marré. Luego otro de Alan Mills y por último otros experimentos que Ariel anda haciendo. Buen trabajo, veinte minutos de pura poesía visual. Este arroz ya se coció, pensé.
Por último, nos decidimos a leer allí mismo, sentados sobre la madera del escenario; Juan Pablo fue el “desvirgador oficial”. Aquel leyó un texto de su libro “Conversaciones con la Psicosis” y luego prosiguió Toro con unos relatos inéditos, Marré con unos textos del “Times New Roman” y otros sueltos; por último, continué yo con unos relatos inéditos de “Postmítica” y otros de “A Dos Pasos”. Leímos alternándonos y con la comodidad de quien lee frente a amigos, en casa, rascándose el ombligo, sacándose los mocos, tirándose los pedos, escupiendo poesía cotidiana. Por último, entre aplausos y entrega de diplomas nos abalanzamos sobre los vinitos y el refrigerio. Así, entre pláticas de cigarro en algún pasillo de la U, nos dispusimos a armar un proyecto de Lecturas Temáticas, tipo Churrasco o Karaoke. Pronto se enterarán.
Para todo esto, ya era la hora de zarpar y proseguir con la party del concierto en el bar. Los invitados, una banda que cada vez me gusta más: CÓSMICA.
Aquellos, a ritmo de sonidos pregrabados, una guitarra sumamente funky, teclados misterioso-lounge y una batería fina y precisa; nos deleitaron a todos los presentes con un repertorio fino de rolas de su primer disco y dos covers: “So Happy Together” de The Turtles (1969) y “Hello Goodbye” de The Beatles (1967). Con esa referencia, ¡ya se imaginarán por donde van las influencias de estos compadritos! El asunto es que aquellos tocan desde un postpunk revival suave y pop, hasta un house funky y rockanroleado. Buena banda, buen sonido, buena química, buena party. Música para volar, para echarse el porrito, las chelas, las líneas, el ácido.
Por momentos sentí que el toque era una especie de trance personal. Que estábamos solos, mi nena y yo, en el toque. Que aquellos estaban tocando para nosotros y que no había gente en el bar. Pero el bar estaba lleno y el purrún estaba fino.
Al final, llegamos a casa con mi nena y yo continuaba pensando que la poesía y la música se necesitan recíprocamente para continuar haciendo poética bulla musical. Bien tenía razón Lorca al decir que dos de sus musas eran la Poesía y la Música.
Lleve su doble saldo joven, decía una doñita de nombre Alquimia en mi cabeza antes de entregarme al sueño. En fin, fue una de esas noches que no se olvidan fácilmente. Noche dual, especial, trascendental, personal, ocasional, intelectual, musical, genial, sensual, actual, literal.
Para la primera actividad se me ocurrió, en conjunto con la Universidad del Valle de Guatemala, organizar una lectura y proyección de poesía junto a diez escritores y un artista visual. Entre los participantes de “Literaria” se encontraban: Luis Alejos, Ariel Alvarado, Juan Pablo Dardón, Lorena Flores-Moscoso, Astrid Lottmann, Alejandro Marré, Julio Serrano, Alejandro Torun y su servilleta. La actividad estaba ubicada dentro del Festival Arte Cultura de la UVG y se realizó en el Vestíbulo y Auditórium de dicha universidad. Entre la lluvia constante y las carreras de último minuto, decidimos presentar la actividad y empezar la lectura de poesía a ritmo serio y poco deslumbrador. Alejos rompió el silencio y leyó textos de su libro “A 7 Minutos del Cielo”. Luego prosiguió con algo de su próxima novela, que pronto se publicará en Libros Mínimos y cerró su lectura con un poema que si bien recuerdo, alguna otra vez lo escuché entre chelas y risas. Luego continuó Lorena con un relato que aparece en "Sin Casaca"; leyó algunos poemas con esa voz susurrante y frágil mientras Astrid se preparaba para leer textos sueltos de algún proyecto que tiene que ver con colores narrativos, y en el que pronto empezaré a trabajar en colaboración. Por último, Julio tomó el micrófono y con esa voz raspante y llena de presencia leyó unas prosas que causaron algunas risas y rompieron la mística seriedad de la noche. ¡Yeah, la velada empezaba a adquirir fuerza!
Hubo una pausa incómoda. Me levanté de mi asiento y me dirigí a los espectadores. Les sugerí que nos acompañaran a la segunda parte de “Literaria”: La proyección de los poemas audiovisuales en el Auditórium.
Entre pasos lentos y abrazos de último momento, me dirigí hacía el atrio del lugar y presenté a Ariel para que nos hablara un poco de sus poemas visuales. Ariel, tímido, nos habló de su proyecto "Encarnado" y le dio play a los poemas. El primero, de Miguel Miranda y creo también de Alejandro Marré. Luego otro de Alan Mills y por último otros experimentos que Ariel anda haciendo. Buen trabajo, veinte minutos de pura poesía visual. Este arroz ya se coció, pensé.
Por último, nos decidimos a leer allí mismo, sentados sobre la madera del escenario; Juan Pablo fue el “desvirgador oficial”. Aquel leyó un texto de su libro “Conversaciones con la Psicosis” y luego prosiguió Toro con unos relatos inéditos, Marré con unos textos del “Times New Roman” y otros sueltos; por último, continué yo con unos relatos inéditos de “Postmítica” y otros de “A Dos Pasos”. Leímos alternándonos y con la comodidad de quien lee frente a amigos, en casa, rascándose el ombligo, sacándose los mocos, tirándose los pedos, escupiendo poesía cotidiana. Por último, entre aplausos y entrega de diplomas nos abalanzamos sobre los vinitos y el refrigerio. Así, entre pláticas de cigarro en algún pasillo de la U, nos dispusimos a armar un proyecto de Lecturas Temáticas, tipo Churrasco o Karaoke. Pronto se enterarán.
Para todo esto, ya era la hora de zarpar y proseguir con la party del concierto en el bar. Los invitados, una banda que cada vez me gusta más: CÓSMICA.
Aquellos, a ritmo de sonidos pregrabados, una guitarra sumamente funky, teclados misterioso-lounge y una batería fina y precisa; nos deleitaron a todos los presentes con un repertorio fino de rolas de su primer disco y dos covers: “So Happy Together” de The Turtles (1969) y “Hello Goodbye” de The Beatles (1967). Con esa referencia, ¡ya se imaginarán por donde van las influencias de estos compadritos! El asunto es que aquellos tocan desde un postpunk revival suave y pop, hasta un house funky y rockanroleado. Buena banda, buen sonido, buena química, buena party. Música para volar, para echarse el porrito, las chelas, las líneas, el ácido.
Por momentos sentí que el toque era una especie de trance personal. Que estábamos solos, mi nena y yo, en el toque. Que aquellos estaban tocando para nosotros y que no había gente en el bar. Pero el bar estaba lleno y el purrún estaba fino.
Al final, llegamos a casa con mi nena y yo continuaba pensando que la poesía y la música se necesitan recíprocamente para continuar haciendo poética bulla musical. Bien tenía razón Lorca al decir que dos de sus musas eran la Poesía y la Música.
Lleve su doble saldo joven, decía una doñita de nombre Alquimia en mi cabeza antes de entregarme al sueño. En fin, fue una de esas noches que no se olvidan fácilmente. Noche dual, especial, trascendental, personal, ocasional, intelectual, musical, genial, sensual, actual, literal.