gimiéndose las ganas, palpándose la nuca, lamiéndose el dolor.
Este dolor estacionado en la quijada del presagio
amaestrado mansamente,
naufragando en los esteros inverosímiles del corazón.
Este corazón atormentado por las falsas yeguas del silencio
aprisionado en este cuerpo,
rebotando en desenlace, muriéndose de amor.
Este amor incauto, joven, ingenioso, sagaz y enajenado
dosificándose ridículas distancias, pregonándose negros abismos,
recetándose olvido
[de entre las molestas y quejumbrosas sombras, pronto resurgirá]
[de entre las molestas y quejumbrosas sombras, pronto resurgirá]