miércoles, 6 de agosto de 2008

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A Anónimo no le gusta decir su nombre, prefiere que lo llamen "Vos" o "Ése". La última vez que lo vi, andaba usurpando vinos para la exposición de un compadre en una de esas galerías caqueras de la Zona Viva. Recuerdo que aprovechaba el momento en que uno de los meseros se daba la vuelta para recoger las copas vacías y ¡zas!, allí atacaba él con su anónima y fulminante mano. Era un huracán silente, colmado de mañas y pericias el tal Anónimo. A veces hasta sorprendía, cómo con dos o tres copas en mano, te saludaba sin ninguna dificultad y con la mayor de las elegancias; mientras se encendía brillantemente un cigarro con la otra.

Nadie se daba cuenta de semejante sujeto y tan notable percance; excepto yo, que me llamo Omnipresente López para servirle a usted.