jueves, 24 de agosto de 2006

V (congenĭtus)

No tienes nada y por lo mismo te sientas en la acera, plenamente impecable, con la camisa sucia. Te das una siestecita, sonríes satisfecho, agarras de la mano a la VIDA y ya no piensas más. (Ciudadano Laberinto, Roberto Monzón)





Improvisar munditos,
encender cómplices hogueras
que ardan verbalmente corazones.
Practicar en paz el tibio anonimato periodístico;
escribiendo reseñas en las cantinas (discotecas) del tiempo.

Proceder en arrebatos estatutos contra la desdicha.
Encender con todo y subwoofer, los sístoles y diástoles del corazón.
Saciar la sed irremediable de la soledad
con efímeros medicamentos de flirteo, whisky y nicotina.
Improvisar munditos y acampar en la liviana frontera del olvido.

Responder a los largos cuestionarios de la Academia
con azul melancolía, karaoke y grisácea muchedumbre;
para contra restar los números rojos
de la tibia compañía y el explícito ademán
que deja una visita irremediable al centro del amor a medio invierno.

Vaciar la vida
entre cancioncitas pop y multimedia.
Caminar por los callejones nocturnos del silencio
acompañado de extintas melenas sin luto,
extensos cuadernitos de notas y solares acondicionadores argumentos.



Sólo así,
en todo caso,
podríamos mudarnos de bandera y territorio.
Migrando interminablemente de prosa a poesía;
sin la responsabilidad políticamente correcta y tosca
de inundar las alacenas más tristes de la literatura.



Sólo así,
inevitablemente,
sabría yo interceder por los mártires símbolos del dolor.
Sólo así, en todo caso,
sabría levantarle la falda de una calentura manera a la vida.

Y bailar,
irrefutablemente y sin cotidianas fórmulas;
esta nueva sinfonía (synthpop) de días cansados y vagabundos.
Mientras improviso certeros munditos eclécticos;
desde un mutismo alfabeto sin pudores ni ases de bolsillo.

Sólo así,
sencillamente,
podría hundirme en tu pink sonrisa de crucial abogacía
y libremente;
mudarme de planeta, caricia y cafeína.

Sólo así,
irremediablemente,
podríamos juntar nuestros excesos sin vacíos de domingo
y perseguirnos las purpúreas alegrías;
mientras abrimos otra historia de peluquería y vino tinto.