miércoles, 19 de julio de 2006

X (initĭum)

El amor empieza cuando se rompen los dedos y se dan vuelta las solapas del traje, cuando ya no hace falta pero tampoco sobra la vejez de mirarse. El amor empieza cuando la luz se agrieta como un muerto disfrazado sobre la soledad irremediable. Porque el amor es simplemente eso: la forma del comienzo tercamente escondida detrás de los finales. (Poesía Vertical, Roberto Juarroz)





Si te digo
que necesito hablarte, buscarte
y dejar de acecharte a solas
en el misterio del silencio.
Es porque no tengo otra alternativa;
que ésta necesidad tan doblemente terca
y deliberada y angustiada, por la indiferencia.

Si te digo
que me des tus manos,
tus verbos, tus fonemas, tus miedos;
tu complicidad y tu ruido y tus venas.
Es porque no habita en mí,
la posibilidad de ver a un niño aferrado,
desencantado del mundo y contaminado de sangre y multinacionales.

Si te digo
que voy buscando formas,
para hacerme explicar en esta universal tristeza; y me entiendas.
Es porque hay aún idiotas, torpes asesinos,
imperios insolentes, soledades mercenarias que no dejan
volcar de par en par las puertas,
de la felicidad inconclusa y reclusa.

Y nos comprometen,
debemos salvarnos mutuamente.