lunes, 19 de septiembre de 2005

Novafunk

Vivir cansado, atormentado, sin ganas. Conocer el odio, el dolor, conocer el completito sufrimiento, el total abandono. Levantar los brazos, la mirada, levantar la vida con las pocas fuerzas -las mínimas- y entender que siempre a pesar de todo hay una tonadita (un beat) que te hace resurgir, intentar, volver de la oscuridad plena y flotar, nadar, flotar.

Mandar a todo el mundo oncemil veces a la mierda. Volver la mirada hacia dentro, y detenerse en cada uno de los semáforos de la city a protestar los versos más intensos, más egoístas, más catárticos. Entrar a los funerales de la tristeza con una sonrisa íntimamente dispuesta y enteramente gratuita. Enamorarse en cada esquina con la vida y saludar de par en par, a las ensoñaciones maravillosas que te da cruzar los puentes infinitos de la verdad, una y otra vez. Enamorarse otra vez luego de un 'hasta luego'. Enamorarse del beat. Volver, volver, volver.

Bailar funk en las exposiciones académicas, junto a los galeristas tan poco informales, tan divertidos. Bailar de una nueva manera. Bailar.