Vivir cansado, atormentado, sin ganas. Conocer el odio, el dolor, conocer el completito sufrimiento, el total abandono. Levantar los brazos, la mirada, levantar la vida con las pocas fuerzas -las mínimas- y entender que siempre a pesar de todo hay una tonadita (un beat) que te hace resurgir, intentar, volver de la oscuridad plena y flotar, nadar, flotar.
Mandar a todo el mundo oncemil veces a la mierda. Volver la mirada hacia dentro, y detenerse en cada uno de los semáforos de la city a protestar los versos más intensos, más egoístas, más catárticos. Entrar a los funerales de la tristeza con una sonrisa íntimamente dispuesta y enteramente gratuita. Enamorarse en cada esquina con la vida y saludar de par en par, a las ensoñaciones maravillosas que te da cruzar los puentes infinitos de la verdad, una y otra vez. Enamorarse otra vez luego de un 'hasta luego'. Enamorarse del beat. Volver, volver, volver.
Bailar funk en las exposiciones académicas, junto a los galeristas tan poco informales, tan divertidos. Bailar de una nueva manera. Bailar.
Mandar a todo el mundo oncemil veces a la mierda. Volver la mirada hacia dentro, y detenerse en cada uno de los semáforos de la city a protestar los versos más intensos, más egoístas, más catárticos. Entrar a los funerales de la tristeza con una sonrisa íntimamente dispuesta y enteramente gratuita. Enamorarse en cada esquina con la vida y saludar de par en par, a las ensoñaciones maravillosas que te da cruzar los puentes infinitos de la verdad, una y otra vez. Enamorarse otra vez luego de un 'hasta luego'. Enamorarse del beat. Volver, volver, volver.
Bailar funk en las exposiciones académicas, junto a los galeristas tan poco informales, tan divertidos. Bailar de una nueva manera. Bailar.