martes, 20 de septiembre de 2005

Carlos York, Andrés Serrano y Juan Peperoni

A los lectores inconformes,


Tengo una improvisada necesidad, de ensuciarme los adjetivos. Coger de par en par las patas de la tristeza y aderezarme un club sandwich, entre la longaniza y la vida. Tengo una necesidad de agregarle tocineta a esta triste y salada majadería.

Tengo una casual necesidad de ruido, sangre y cuchillo. Corte certero en el corazón, triste reserva. Maligna curación de chorizo para varios días, cruel abstinencia. Quisiera embutirle este paréntesis en medio de las piernas a los futuros doctos; y susurrarles a plena mortadela, que soy capaz de ser su dios ibérico, redentor y sublime paraíso para los días de falaz lomo perturbado con la contemporánea poesía.

Tengo una extinta necesidad, de ensuciarme constantemente los adjetivos. Y quisiera ahumarle a usted, señor lector, esta impaciencia con el resto de la lectura; cocerle de una sola vez el salami, la retórica, y las salchichas añadiduras. Por aquí no hay geniales ofertas por libra, ni cortes precisos con la narrativa, ni vulgares hachas blogueras para matar el tiempo.

Sólo hay carne fresca, restos de sangre, vísceras colgando en cada letra. Nada formal, para lecturas vegetarianas de fin de domingo. No me disculpe usted, si por alguna razón le ofende.