miércoles, 31 de agosto de 2005

Candombito (Urshuaia-Guatebala)

Dejar personas en la vida, dejarse uno en ellas para existir en dos realidades paralelas. Digamos, estoy aquí, ahora. Escribiendo estas líneas, este intento de recordatorio, este intento de homenaje. Estoy rodeado de azules y blancas banderas, estoy colmado de recuerdos y el amor se me hincha por dentro como una burbuja incesante de arena/espuma. También, por otro lado, estoy nadando desnudo en las aguas del Lago Nicaragua en una mañana de risas, alcohol y macadamia. Simulatáneamente sigo caminando aquella calle de Santa Fé de Bogotá que siempre olvido el nombre y recuerdo, insolente, que me duelen los pies mientras estamos acelerando el paso entre la montaña y vemos por primera vez entre los verdes estáticos, las indescifrables estructuras del Machu Pichu. Sí, por otro lado, estamos tomando mate en un piso de la San Martín y luego nos apuramos para ir a dar la vuelta a la Plaza de Mayo y el cansancio me tiene tirado en el asiento trasero de una wagonete mientras alguien enciende un porro y abre la ventana mientras cruzamos el Puente de Las Américas. No, sí, talvez. Pero como te llevo y te llevaré. Sí, no, talvez. Pero como me llevás y me llevarás.

En fin, personas que no voy a olvidar. Personas que me quiero llevar. Y casi, casi llegando a la patria Vía Las Chinamas con tu sonrisa desdibujándose a mi costado me dices: '¿Y cómo te ha ido, y cómo te ha ido sin mí?'. Mientras un güanaco se sienta a nuestro lado y empieza a hablar de diluvios, huracanes y el barrio francés mientras se rasca con insistencia la nariz.

'Mal sin tí, pero muy bien sin mí', te respondo. Luego te digo, '¿Y a vos?'