miércoles, 29 de junio de 2005

Su nombre, Valentí Puig

Encendía el primer cigarrillo del día asomando detrás de los cristales del balcón. Sumaba su gesto al mundo, en el que en cualquier instante siempre hay un hombre que fuma en solitario, tendido en la cama, velando el insomnio dentro de la oscuridad, apoyado en la barandilla de un vapor que penetra en la bruma del puerto, sentado en el banco de una estación de ferrocarril con toda la vida en una maleta, caminando por los bosques, preservando la idea del tiempo que escapa o permanece, asumiendo derrotas, vigilando la vida. Cada mañana añadía su gesto a los años y días de levantarse temprano, poner la cafetera en el fuego y fumar mirando por el balcón, antes de los miedos del día.