lunes, 23 de mayo de 2005

Gelman

Gelman chupó hasta lo último del cigarro, dejando la baba inminente sobre el Marlboro rojo. Luego apagó la colilla sobre el capó de la Suburban y la tiró un poco molesto, maleado, sobre la acera de enfrente. Habrá más de alguno que diga esta noche -pensó-, que soy sólo el guardaespaldas de Don Paco, cómo siempre, el de siempre. Pero lo que no saben es que a Don Paco le espera esta noche una bonita sorpresa -se dijo a sí mismo mientras se arreglaba la tolva dentro del chaleco antibalas-.


Al cabo de una hora, Don Paco salió ilustre de la sala de exposiciones donde había expuesto doce piezas al óleo y técnica mixta valudas entre 3 mil y 5 mil dólares cada una. Abruptamente le dijo a Gelman apurá que nos vamos... solo pasamos primero por un cuate a zona 9, yo te digo dónde y nos regresamos para acá...

Gelman manejó hacia zona 9, tranquilamente. Platicó con Don Paco mientras esperaba en el semáforo y luego en la siguiente esquina se aorilló y le soltó una bala por mano y otra directo al muslo. Don Paco quedó perplejo, sorprendido, cayó sobre el asiento trasero sin entender qué diablos pasaba, por qué diablos su sirviente de años le hacía esto, mientras empezaba a languidecerle la vista por el frío dolor. No pudo decir nada, excepto susurrarle ¿qué putas Gelman... qué putas?. Luego Gelman le ató las sangrantes manos, los pies y la boca; se limpió con un pañuelo blanco que precisamente había dejado escondido sobre el asiento de atrás para limpiarse las manos y con el resto de la soga unió los extremos de las ataduras y así Don Paco quedó inmovilizado completamente. Luego tomó la Roosevelt velozmente, sin decir nada, mientras Don Paco que intentaba moverse pensaba en las veces que había tratado a Gelman con desgano, bruscamente. No pudo llegar a sacar conclusiones, se desangraba lentamente mientras veía las altas copas de los árboles, oscurísimas, camino hacia San Lucas.

Gelman, sumido en un íntimo pero traidor silencio, encendió un cigarro. Y cuando se acercaban a Florencia, en lo más oscuro de la carretera, rompió el silencio para decirle a Don Paco fríamente:

-Esto no es porque no lo quiera... usté me cae bien Don Paco, pero hay cosas... hay cosas que no... del otro lado me están pidiendo su dinero, el de su familia... se va a pedir un rescate por usté y ya va a ver como se salva de ésta pues. Por otro lado, yo quiero personalmente las 5 pinturitas que pintó a costa de mi trabajo, las 5 que pintó para la expo de hoy. Ya nos arreglamos luego. Usté está vivo por mí, mire, yo cuantas veces le he cuidado la espalda, el culo... y mire, aunque me trata bastante bien hay veces que no... pero como usté es artista, le quito las manos pa' que no pinte más... la bala de la pata es pa' que le duela un poco... es una mitáfora, cómo usté dice, porque usté se harta a costa de los otros y camina sobre la gente sin importarle... ya no podrá caminar más pero no se olvide que lo quiero, no lo olvide. Va a ver como sale bien de ésta, eso si se paga el rescatito pues... no se olvide de mí Don Paco, en serio no se olvide...


Llegaron a Florencia y luego una carretera de terracería los llevó hacia un portón descolorido y de allí a una finca, en lo oscuro de la noche. Allí, habían dos Toyotas (polarizados), cuatro hombres (AK-47 en mano) y otro más sosteniendo un cuadro bastante grande que Don Paco reconoció que había pintado hace unos 14 años (exiliado en México), el cual se llamaba 'Retrato de un Secuestro sin Armas II'. Lo bajaron de la Suburban, le ataron los ojos con un pañuelo negro y lo despojaron del celular, la billetera y el reloj. Lo metieron en un cuarto y le pusieron música clásica en una grabadorcita Aiwa, de esas pequeñitas. La herida de la pierna le empezaba a arder. Sonaron dos celulares en el cuarto contiguo, murmullo de voces. Luego un rotundo silencio, la oscura noche empezó a caer.



Mientras, en la Galería. La curadora, cóctel en mano, charlaba con unos supuestos clientes sobre la venta de tres de los cuadros a los cuales les colocaba la marca correspondiente de 'vendidos'. Les habló de la técnica, de las corrientes contemporáneas y por último les dijo, cóctel en mano: ¡Salú por Paco! Fue a traer a un amigo, ya va a regresar... ¡Salú!