miércoles, 2 de febrero de 2005

VIII

–Vos Herman, me gustás mucho. Sos hermoso ¿Por qué no nos casamos?– le dijo
–No quiero casarme todavía, Salma– le respondió un poco incómodo y molesto, mientras se masajeaba la cabeza para quitarse el champú barato del Motel
–Pero mirá, si me gustás un montón. ¡Te quiero para mi vida, te necesito, quiero más de vos! Te amo un montón, me gustás cómo nunca antes me había gustado alguien, te lo juro– le comentó insistente Salma, mientras le alcanzaba el jabón y miraba como las tibias gotas de la ducha caían sobre las nalgas duras de Herman
–No insistás Salma, en serio– dijo al mismo tiempo que Salma se quitaba la toalla para entrar nuevamente con él a la ducha. Tiene buen culo esta mujer, pensó.
Luego quedó completamente desnuda y le volvió a insistir acerca de boda, el vestido y todo lo demás. Herman dijo no, una y otra vez, mientras Salma se frotaba los pezones contra el pecho enjabonado de Herman. Tiene buenas tetas, pensó él.

–Vení, abrazame– le suplicó ella mientras le agarraba el pene con una mano, y le acariciaba las nalgas con la otra mano enjabonada –¡Me gustás Herman, me gustás mucho! ¡Vení, soy tuya, metémela hasta el fondo! ¡Estoy enamoradísima de vos, me gusta tu cuerpo, me gusta tu verga! ¡Casate conmigo, vení! ¡Te adoro Herman!
–¡No Salma, en serio no insistás!– mientras sentía la mano femenina agarrándole el pene que empezaba a ponerse duro –No me quiero casar todavía, en serio– dijo por antepenúltima vez mientras la tomaba por la cintura para apartarla un poco, y poder disfrutar del agua tibia de la ducha.
–A la sí, vení– dijo Salma –¡Metémela hasta el fondo! Me gusta tu cuerpo, me gusta cuando se te pone dura y grandota. La amo, te adoro, te venero, te idolatro. ¡Vení, dejá que te toque!– ya Herman empezaba a ceder y le acariciaba el ombligo, las caderas, los muslos, y le abría poco a poco las piernas mojadas y tibias a Salma. Tiene buenas piernas, pensó, mientras iba cediendo.

Salma abrió lentamente las piernas y dejo recostar su espalda en la fría pared de azulejos, así Herman la levantó con fuerza y ella, mientras tanto, lo abrazaba sutilmente con las piernas entre tanto que Herman la penetraba hasta el fondo. Estás bien mojada, le dijo. Me gusta que sea mía a cualquier hora, tiene rico todo, tiene buen cuerpo, pensaba.
Luego siguieron movimientos bruscos, rápidos y constantes, certeros. Luego, los dos continuaron agitando los cuerpos uno frente al otro, rozándose. Salma empezó a gemir suavemente, mientras aceleraba los movimientos de cintura y cadera.

–¡Ah aah aaah, qué rico me lo hacés! ¡Te quiero tragar, quiero que te metás completo en mí, ahh! ¡Casémonos, hagámonos un solo cuerpo, uno solo! ¡Ah, aaahh!– le decía Salma, susurrándole al oído mientras él le agarraba las piernas, y la penetraba como quien penetra un cuerpo con un garrote de piedra. Que bien se mueve, pensaba él.

Así, siguieron moviéndose en armonía y con una excitación desbordante. Coge muy bien esta mujer, pensó, mientras ella le decía al oído –¡Sí, sí! Me casaría con vos ahora mismo ¡Seguí, seguí! ¡Quiero ser tuya, quiero hijos con vos, quiero que nos volvamos un solo cuerpo pero no parés por favor! ¡No parés, seguí, seguí! Soy toda tuya, quiero que seamos uno solo, un solo cuerpo–. Herman, por su parte, sentía venirse pero se contuvo.
Continuaron unos minutos más, mientras que Herman iba cediendo dentro del cuerpo de Salma. Él gemía, ella totalmente estremecida sollozaba fuertemente cuando él la apretaba contra la pared y el vidrio de la ducha, temblaba. Salma lo había abrazado con tal fuerza, sin soltarlo un solo segundo, que parecían siameses pegados uno al otro. Lo apretaba contra ella necesitándolo, queriéndoselo meter poco a poco. No se podía distinguir un cuerpo del otro, parecía un solo cuerpo. Un cuerpo masculino penetrando continuamente al otro cuerpo femenino que continuamente penetraba al mismo cuerpo masculino; así sucesivamente, como un uroboros sexual, un jing jang amoroso. Como un cuerpo penetrando al mismo cuerpo, cogiéndose a sí mismo.

Los gemidos iban, venían. Las gotas de la ducha caían.

El tiempo del Motel, se consumía poco a poco.


(Postmítica / Hermafrodito & Salmácide)