sábado, 16 de abril de 2016

ABRIL (jon hopkins)

Vi caer un recuerdo.
Vi caer mi risa triste
de Matilisguates
y Flores de Cerezo.
 
Abril.
Desolador, hermoso.

Cosas memorables
de esas que caen
cuando la noche
es lenta y oscura
y nada se olvida.


Todos recuerdan
cómo es que cae
un recuerdo denso
de esos que rompen
y aniquilan naderías.
Todos recuerdan,
otros olvidan fácilmente,
pero no importa.
Nada importa más
que el propio recuerdo
que cae desde el techo
del baño donde meás
todos los guaros
que tomaste
y todas las tristezas
que guardaste
en tu corazoncito
hecho pedazos.
Cerrado.
Bien roto.


Una patria
murió en vos
hace mucho.

Un alarido tierno
se desvaneció lento
como rola de Beth Gibbons.

Una bala perdida anocheció
al ritmito más postpunk
hasta volverlo delirio póstumo.

Una bocina tronó
bajos y brillos etéreos
que nadie entendió
pero que alguna vez
fueron importantes,
cabales, tremendos.


Hace unas horas
o unos días vi caer un recuerdo.
Sonaba Jon Hopkins,
y eso para mí es algo sagrado.
Su música es el cosmos volteado
y la melancolía en su epicentro.


Vi caer un recuerdo. Dije.
No fue uno. Fueron más como lluvia.
Uno y uno tras otro como cuentagotas.


Los huesos que me levantaban
hacían su epígrafe de risas.
Fueron insolencias mudas,
terribles adjetivos anestesiados
y miradas sin ganas
todas torpes.
Ya no sé que fue,
pero Abril se sintió
así con mayúscula
como un eje roto y
una letra que se muere.
Un recuerdo moribundo
que quiere volver a morir
sobre tu piel que está sanando.

Todo fue un enjambre
de moléculas titilantes
que no dieron luz suficiente
para encender
los motores de esa cosa
que algunos llamamos dulzura.

El azúcar está en la mirada
de los que se saben y conocen.

Todo lo que fue
seguirá siendo a través de siglos
o hasta donde puedas soportarlo.
Una alquimia triste y solo de sintetizador análogo.
Una cosa dulce que nos encanta pero nos duerme.


Yo vi la angustia y el dolor.
Vi tantas cosas en la mirada del tiempo.


Vi huesos casi rotos
como arte conceptual
y vi gestos iracundos
a punto de desaparecer.
Las miradas sin ganas
fueron pesadillas de otro mes,
no abril, no este abril
que todo lo ilumina y estalla
en capsulitas de felicidad pasajera.

Ya no sé qué más decir,
me quedo siempre corto.


No sé qué más oir,
qué más palpar con este incendio
excepto los aviones
que veo a cada rato
desde mi ventana triste.

Hoy quisiera sentir
la euforia y el calor
de una risa que me devuelva al origen y a la magia
que se evaporan a cualquier momento y no perdura.

Quiero una mirada
donde todo es Borges o Arlt o Pessoa.

Ya no quiero.
Sí quiero. No sé nada.



Vi caer un recuerdo
y eso me desintegró
por completo hasta la nada.
Soy nada.
Vos sos galaxia triste
que anochece con cigarros.
Somos luz muerta. Somos vacío.


Por eso quiero
que seamos felices
con lo que tenemos.

Quiero un abril pleno para todos
y una eterna borrachera estúpida
que nos enternezca
el baile
el horizonte
y los labios
que estén dispuestos
a besar y entregarlo
todo en un solo beso.


Eso quiero.