jueves, 17 de marzo de 2016

BREVES

*
Escucho Foals a media noche
y esa distorsión me llena
de vacío
tedio
olvidos postergados
a final de página insolados
por el fuego de las decepciones. Miedos. Rabia.

Lo sé,  Kafka estaría orgulloso de mi desencanto.



*
Amanecer entre tus piernas.
Tatuadas.
Ansiosas.
Delirantes.
Doblemente solitarias.

Es reencontrar los sismos que me agitan,
esos que gimen maremotos en las playas más calmas.



*
Me crecen pelos en la espalda
que no había visto hasta anoche.
Tal vez, debe ser,
que nunca antes
había vislumbrado los ángulos ignotos
del poema que nombro, vivo y renombro.



*
Chateo por messenger
con pequeñas diosas
de melenas pintadas,
de rostros pálidos
tristes y areteados.
Ellas han de decir de mí:
Este ruco que deahuevo y sexy.



*
Alguna vez coleccioné postales.
Un día me di cuenta
que eran más de mil
y que era estúpido coleccionarlas.
Las desempolvé.
Rompí algunas, regalé otras.

Después me puse a escuchar Morrissey
con un vaso de cerveza oscura
y sentí como si estuviera en Manchester.



*
Una nena llega a mi lectura de poemas.
Me coquetea y abraza furtivamente.
No le hago caso, para qué.
Hasta que mete mi mano
debajo de su falda y descubro su arete
que dos horas después
tuve entre mis labios
mientras pensaba y repensaba
que Bolaño o Morrison no estaban muertos,

sólo andaban tristemente de parranda.



*
Llego a un bar,
y del otro lado
de la barra distingo
a una treintañera
con escote y leggins
Los leggins no mienten.
Yo tampoco.

Me reconoce.
Sabe que soy incontrolable.
A la mañana siguiente
desnudos y silentes

descubro que fue la casi esposa
de un conocido, y siento culpa.



*
Llego a casa y veo que tengo mil pendientes.
Enciendo la máquina y entran diez mensajes. Veinte.
Es la chica que conocí la otra noche en el bar.
Le pido un taxi. Viene. Se desviste.
Después de un rato se duerme a mi lado
y sin tener sexo. Noche tranquila. Necesaria.


*
Voy al concierto
de unos amigos que tocan música
para viajes multidimensionales.
Los escucho.

Sueño.
Bailo.
Después me entra el bajón
y bebo tequila con otro amigo músico
que me dice: escuchá, soñá, bailá.
Le respondo: "Lo sé, por eso reseñé tu disco".



*
A veces me da por salir a bailar.
Son las once de la noche
y pido un taxi, me enrosco en la noche, viajo, llego al club.

Otras veces no quiero ver a nadie
y disecciono el cine escandinavo o ruso
en moléculas de caricias que no recuerdo. Todas son bailables.



*
Suenan los pajaritos. Es marzo.
Las jacarandas gimen purpúreas esperanzas.
Yo no. Ya no.
Sólo quiero paz en mi beanbag negro
con vista al deterioro de todos los fracasos.