sábado, 30 de enero de 2016

ENERO

«Porque el amor es simplemente eso:
la forma del comienzo

tercamente escondida
detrás de los finales».
Roberto Juarroz




Enero es perfecto para planear un viaje,
sembrar una orquídea, lamerse la herida
o bajar los leggings
de una jovencita
que escucha
Metronomy.

Enero es perfecto para embalsamar las noches tristes,
erosionar los silencios incómodos
con canciones de Beach House
y cocinar panecillos con carne
en altas horas de la noche
o antes de ir al trabajo.


Enero es el indicado.
Es un sol que calienta las olas del mar propio.
Es una caricia tibia en el rostro del fracaso.


Enero es perfecto.
La perfección inundó a enero.
Sus días son cálidos como arena de playa
y en los edificios se respira un aroma zen
impregnado de planes, canciones pop, amores de paso
y tardes estáticas en balcones pintados de cobre y tabaco.

Enero está esperando que lo abraces,
que lo untes con mantequilla de maní
y le pidas perdón por los malos ratos
que le hiciste pasar
una y otra vez
el año pasado.

Enero es una hoja en blanco
donde podemos pastar a todas las ovejas negras del olvido.

Enero está libre de furias, odios y rencores.
Enero silba como un pajarito somnoliento a media tarde.

Enero es una herida abierta
para saltar a cualquier parte.

Siempre lo he dicho.
Siempre lo he repetido.

Enero es la cicatriz que va sanando
con saliva fresca, curitas pa'l alma y agüita de mar fresca irradiando sonrisas.


Pero hoy bebo un licuado de fresa con toronja
y no quiero saltar hacia ninguna parte.
Quiero quedarme aquí,
salir en bicicleta y tirarme a leer bajo un árbol de duraznos.
Ver que todos los planes que hice alguna vez
se disuelven salvajes y taciturnos frente a mis ojos impávidos.


Quiero quedarme aquí
y bajarle las bragas a la vida. Comerme de a poquitos toda su ternura.


Enero, llama a tus amigas e invítalas a un asado.
Enero, ya estás viejo para enamorarte de nuevo.
Enero, bájale un poco a Morrissey que los vecinos duermen.

Enero.