Hay placeres que uno enseguida disfruta.
Placeres, que por algún fantástico o ineludible motivo, se convierten con el tiempo en fragmento forzoso de nuestros días; de nuestras horas y nuestra más preciada agenda cotidiana. Placeres cómo el sexo, los libros, la música, el café, el whisky, el Playstation, el tabaco, el té, la champurrada, la novela, el celular, el estudio, los mariscos, las drogas, los tacos, el spa, el shoping, la tv, los viajes, el pedicure, el manicure, el sueño, la masturbación, el descanso, el trabajo, las armas, los raves; o simplemente el sexo.
Para mí, en lo personal, considero que el sexo es de los placeres a los que más entrega hay que ponerle. Pero es una entrega que recompensa, y doblemente; o hasta triple saldo pues. Es decir, es uno de los placeres a los que hay que dedicarle horas y horas y horas de práctica para comprobar una y otra vez que sencillamente es: FANTÁSTICO. Algo así cómo diría la introducción de "yo te vi", del Sombras en el Jardín (1993) de la Bohemia Suburbana: “El sexo es... fantástico.” Cabal, de acuerdísimo con aquellos. Sobre todo sí es oral, y sí soy yo el que tengo que suministrarlo; por algo soy lingüista y adoro las lenguas vivas. ¡Ajúa! Claro, qué recibirlo nunca cae mal; sobre todo sí es en un baño ajeno, un estacionamiento, un sauna o en uno de ésos lugares raros que solo a uno le gustan. Ése sí sería un éxito de post: “Top 10 de lugares insólitos para practicar y/o recibir un buen sexo oral”
Bueno, cada quien con sus fetiches. Pero justamente hace varios meses, recuerdo, respondía un test en Facebook que demostraba detalladamente que yo soy un “Sinful Pacific Deviant”. Me atoré de la risa, luego me quedé pensando un rato, y hasta terminé por sentirme mal. Fuera de la media, del promedio, todo por ser honesto en los test. Pinche pervertido, me dije al mismo tiempo que cerraba una de las ventanas del Explorer, con fotos de una latina de nombre Lorina en minifalda azul haciéndole un blowjob profundo al gringo, canchito y tatuado, en la terraza de un décimo piso de un hotel de South Beach en Miami.
Pero bueno, cada quien a lo suyo; y de paso les comparto el link que un compadrito me confirió hace unos días. Ésa mara sí anda bien loca, le dije. ¡¿Más que nosotros?!, me respondió con la pregunta al mismo tiempo que un Smiley rebotaba insistente de placer en la pantalla sábana del MSN. Al final, me puse a leer el website y ¡qué lujo de información! Se los dejo para que se informen, van a ver que hay cada cosa. En fin, cada quien con su placer. Link.
Otro placer que me pone loco y contento, no solo en el paladar cómo el sexo oral, sino en todo el estómago y corazón; son los tacos. Pero bueno, sexo y taco van de la mano. No por nada la expresión popular dice “Después de un taco, un buen tabaco”. O la otra, que dice “Mejor echémonos un taco”. Ajúa mi reyna, venga pa ‘ca que aquí le pongo su chilito y le untó una su salsita de aguacate. ¿O lo quiere con cilantrío y cebolla, mi sheyna? Ayayay Lenguaje, ¡qué placer me ocasionas!
Aparte de los tacos, soy feliz comiendo “casi” cualquier cosa. Soy fanático de los mariscos, las carnes rojas, toda clase de pastas, los quesos y cualquier jamón que se me ponga enfrente. También, por supuesto, soy fanático de los refrescos naturales y me proporciona un gran placer cualquier bebida energética y/o anestésica cómo la Cebadita fría, el Whisky en las rocas, el tinto Vino elegante, el Ginebra con tónica y lima, el Vodka con su jugo de naranja y uno que otro cóctel de ésos raros que aparecen en los programas fashion y placenteros de la tele.
¡Oh Absinthe, Hada Verde del Placer, dame tu verde encanto!
Todo esto, me hace recordar mi compleja, hedonista y vasta pasión por la poesía, que es uno de los placeres que más disfruto (ya sea escribiendo o leyendo). ¡Pero ojo!, uno de los placeres más exquisitos es escuchar al propio escritor leyendo su obra. Y por eso mismo, les cuento que cómo parte de Trisoms (las lecturas de poesía y/o narrativa breve que organicé), la segunda lectura estará a cargo de: Astrid Lottmann, Alejandro Marré y Gabriel Woltke.
Placeres, que por algún fantástico o ineludible motivo, se convierten con el tiempo en fragmento forzoso de nuestros días; de nuestras horas y nuestra más preciada agenda cotidiana. Placeres cómo el sexo, los libros, la música, el café, el whisky, el Playstation, el tabaco, el té, la champurrada, la novela, el celular, el estudio, los mariscos, las drogas, los tacos, el spa, el shoping, la tv, los viajes, el pedicure, el manicure, el sueño, la masturbación, el descanso, el trabajo, las armas, los raves; o simplemente el sexo.
Para mí, en lo personal, considero que el sexo es de los placeres a los que más entrega hay que ponerle. Pero es una entrega que recompensa, y doblemente; o hasta triple saldo pues. Es decir, es uno de los placeres a los que hay que dedicarle horas y horas y horas de práctica para comprobar una y otra vez que sencillamente es: FANTÁSTICO. Algo así cómo diría la introducción de "yo te vi", del Sombras en el Jardín (1993) de la Bohemia Suburbana: “El sexo es... fantástico.” Cabal, de acuerdísimo con aquellos. Sobre todo sí es oral, y sí soy yo el que tengo que suministrarlo; por algo soy lingüista y adoro las lenguas vivas. ¡Ajúa! Claro, qué recibirlo nunca cae mal; sobre todo sí es en un baño ajeno, un estacionamiento, un sauna o en uno de ésos lugares raros que solo a uno le gustan. Ése sí sería un éxito de post: “Top 10 de lugares insólitos para practicar y/o recibir un buen sexo oral”
Bueno, cada quien con sus fetiches. Pero justamente hace varios meses, recuerdo, respondía un test en Facebook que demostraba detalladamente que yo soy un “Sinful Pacific Deviant”. Me atoré de la risa, luego me quedé pensando un rato, y hasta terminé por sentirme mal. Fuera de la media, del promedio, todo por ser honesto en los test. Pinche pervertido, me dije al mismo tiempo que cerraba una de las ventanas del Explorer, con fotos de una latina de nombre Lorina en minifalda azul haciéndole un blowjob profundo al gringo, canchito y tatuado, en la terraza de un décimo piso de un hotel de South Beach en Miami.
Pero bueno, cada quien a lo suyo; y de paso les comparto el link que un compadrito me confirió hace unos días. Ésa mara sí anda bien loca, le dije. ¡¿Más que nosotros?!, me respondió con la pregunta al mismo tiempo que un Smiley rebotaba insistente de placer en la pantalla sábana del MSN. Al final, me puse a leer el website y ¡qué lujo de información! Se los dejo para que se informen, van a ver que hay cada cosa. En fin, cada quien con su placer. Link.
Otro placer que me pone loco y contento, no solo en el paladar cómo el sexo oral, sino en todo el estómago y corazón; son los tacos. Pero bueno, sexo y taco van de la mano. No por nada la expresión popular dice “Después de un taco, un buen tabaco”. O la otra, que dice “Mejor echémonos un taco”. Ajúa mi reyna, venga pa ‘ca que aquí le pongo su chilito y le untó una su salsita de aguacate. ¿O lo quiere con cilantrío y cebolla, mi sheyna? Ayayay Lenguaje, ¡qué placer me ocasionas!
Aparte de los tacos, soy feliz comiendo “casi” cualquier cosa. Soy fanático de los mariscos, las carnes rojas, toda clase de pastas, los quesos y cualquier jamón que se me ponga enfrente. También, por supuesto, soy fanático de los refrescos naturales y me proporciona un gran placer cualquier bebida energética y/o anestésica cómo la Cebadita fría, el Whisky en las rocas, el tinto Vino elegante, el Ginebra con tónica y lima, el Vodka con su jugo de naranja y uno que otro cóctel de ésos raros que aparecen en los programas fashion y placenteros de la tele.
¡Oh Absinthe, Hada Verde del Placer, dame tu verde encanto!
Todo esto, me hace recordar mi compleja, hedonista y vasta pasión por la poesía, que es uno de los placeres que más disfruto (ya sea escribiendo o leyendo). ¡Pero ojo!, uno de los placeres más exquisitos es escuchar al propio escritor leyendo su obra. Y por eso mismo, les cuento que cómo parte de Trisoms (las lecturas de poesía y/o narrativa breve que organicé), la segunda lectura estará a cargo de: Astrid Lottmann, Alejandro Marré y Gabriel Woltke.
Se les espera ansiosamente, para ponernos placenteros y disfrutar de una noche de Agosto, rodeado de poesía, bebidas y juegos de palabra libidinosos (ayayay). Tons nos vemos por allá, cómo voyeuristas que somos. ¡Salú!