martes, 11 de septiembre de 2007

Iniciaciones, interacciones, contingencias

a N,





Me espera una soledad aparcada en el último rincón del sueño. Y volutas de humo, me esperan, queriendo envolver en disonancia todos mis somníferos anhelos. Me espera Pizarnik jugando al escondite entre cuadernos de Pessoa. Me espera Huidobro, Lautréamont, Vallejo. Me espera Juarroz preparando un abundante desayuno de fonemas.


Me espera una canción de cuna con tu nombre, una crucial plegaria, un amuleto; para dormir los tristes fantasmas que rondan por las mulatas curiosidades del recuerdo. Me espera tu primera letra, tu última palabra. Me espera tu caricia más liviana, tu silueta más tosca; más sincera. Me espera tu gramática sin reglas, tu conversación de agua, tu inocente mirada llena de árboles sin tregua. Me esperan tus pies en el pie de página de nuestros minutos tiernos. Me esperan tus faldas, tu piel, tu invierno; tu soliloquio piano, tu socialista mundo. Me esperan las promesas de tus manos, me esperan las indiferencias de tus dedos. Me espera una oscuridad de adioses, una colmena de abrazos y prematuras bienvenidas. Me espera una mano (que parece mía) escribiendo un tibio poema de pasados insolentes sobre una superficie fría, de abecedarios esqueletos y cadavéricos rostros al filo del olvido. Me espera el poema, la poesía, el lenguaje.

Me espera una sílaba nueva, escrita con tintas de mañana evaporándose en silencio. Me espera una cordillera de montañas con tu aroma, una continental brisa de frescura con tus sueños. Me espera una canción, un fatídico laberinto de excesos, una maraña de arquetípicas lecturas. Me espera el rigor, la densidad, la sutil delicadeza. Me espera la elegancia de las mesas redondas, me espera el ajetreo de las fans con su sonrisa de ronda. Me espera un ejército de inventos para colapsar en tu ritual manera, me espera tu melena; negrísima de incertidumbres, tersa de envidiables optimismos. Me espera tu ejercicio infinito, tu sandalia manera, tu inevitable y sorprendente gracia. Me espera un susurro de tus labios, un desdén de dedos compartidos, una rítmica delicia en verso. Me espera tu pasado haciendo paces con el mío. Me espera tu futuro y el mío; ambos sonriendo al unísono del presente cómo es de esperarse mientras se espera.



Me espera algo, lo sé; quizás sea una confección de muecas mutuas y nocturnas. Quizás sea un miedo de iniciación, un lepidóptero ritual de primeros días, una distancia; quizás sea una íntima cobardía, un acorde a inalcanzables decibeles. Quizás sea un alegato diurno con el destino, quizás sea tu risa. Esa liviana risa, innombrable; estacionándose de primera en mi solitaria e itinerante rutina.