jueves, 26 de julio de 2007

Epílogo sobre la palabrería

"Muertes en tinta roja, líricas ebriedades de puro alquitrán. Fumitos de porro en triste bengala, espectáculos de luz bailando en plena discoteca, putero, motel o zaguán. Promesas en compromiso de urgencia, mentirillas que nunca aprendieron a mentir. Palabritas que se aflojan sobre una cuerda floja, canciones con traje de baño que no saben nadar entre piletas con vino y sal. Y pimienta que pica la nostalgia hambrienta de día y noche, corto punzantes delirios a los que cede la terca y ciega voluntad del mar. ¡Oh damiselas todas, venid a mí! Venid con ultraje, con ofensa, con agravio, con injuria. ¡Venid con afrenta, con oprobio y soflama! ¡Venid hacia mí que yo les puedo hacer gozar a cántaros de tinta china, o griega o mulata o vizcaína! ¡Hagamos el amor sobre los libros de texto! ¡Librémonos de los pretextos de la aparente libertad! ¡Libremos los fueguitos del Infierno, incendiemos con lujuria el Cielo de la boca de Baalial! ¡Juntemos nuestras fuerzas, guardémonos en cama! Extendamos nuestros tórridos y tibios placeres a tamaño King Size. ¡Seamos los Reyes de Cortázar, los Reyes de La Alcoba o La Colina! Asesinemos en silencio al universo estrepitoso del verso ¡Juguemos a escribir La Historia, mintamos sobre los juegos históricos del dolor! Toquemos el pianito del olvido, levantemos con fuerza la razón. ¡Forcejeemos con cimitarras melancólicas, lloremos sin paradoja hasta sonrojadamente morir! Hasta tercamente de placer: morir."